Capítulo 25

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•Típica promesa terrenal.

Louis se sentía calido. Podía sentir el tibio tacto rozando la piel de sus brazos, lentamente abrió los ojos encontrandose en la cama de su habitación.

Aunque no había visto el rostro de Harry, sabía que era él quien lo estaba abrazando contra el pecho. Lo sentía. Sus dedos estaban entrelazados, la cabeza de Louis estaba recostada en el brazo izquierdo de Harry mientras que el rizado mantenía su rostro y el suave de su respirar en el hueco del cuello y el hombro de Louis.

Todo se sentía tranquilo, diferente.

Había un sentimiento distinto en el pecho de Louis y también en su estómago, una sensación como el vértigo. Su corazón latía de prisa aún si sentía que estaba en una nube. Los nervios le arrullaban y naturalmente se sentía adormilado.

No sabía que estaba pasando. Y le costó muchísimo trabajo encontrar su voz para hablar. De pronto se sintió en un terreno desconocido, como un ciego en algún bosque, o un cachorro recién nacido que no encuentra el calor de su madre. Pero Harry estaba allí, y eso le hacía sentir seguro.

—H-Harry... —intentó decir. Su voz era aguda y muy baja. Se sorprendió de que se entendiera lo que quiso decir.

—Shhh... —el ojiverde se incorporo en la cama, besando suavemente su cabeza—. Tranquilo, estoy aquí.

Harry le dio un suave apretón a su mano, a Louis le costó un segundo darse cuenta que no podía moverse. Cerró los ojos y trago saliva, sintiendo la angustia subir a su pecho.

—¿Q-Qué me ocurre? —murmuró—. No p-puedo mover-me.

Harry le dio suavemente la vuelta, para verle a los ojos mientras le acariciaba el cabello que le molestaba en los ojos.

—Es porque estás exhausto. Solo tienes que quedarte recostado un rato y tratar de descansar —sus palabras eran suaves, casi como un arrullo.

Louis lo miró, con ojos brillantes por las lágrimas. De verdad no quería llorar, pero estaba asustado.

—¿He muerto? ¿Por eso es que me siento así? —preguntó en un hilo de voz, listo para echarse a lloriquear.

Venga, sí que le gustaba Harry y quería quedarse con él. Pero su vida en el mundo de los vivos, su mejor amigo... Su trabajo. La vida que alguna vez soñó.

Harry se acercó y beso una de sus mejillas, recargando su frente con la de él mientras soltaba una ronca carcajada.

—No. No has muerto —sonrió—. Solo has pasado a tener una parte mía. Porque he decidido entregartelo todo a ti, Louis. Porque sé que eres tú. Y yo jamás puedo equivocarme.

—A qué... A qué te refieres.

—¿Recuerdas lo de la sala?

Louis asintió—. Hablabas en un idioma extraño, no entendía lo que decías.

—Era una promesa. Que juntaba nuestras almas para siempre. Me perteneces, pero sobre todo, yo te pertenezco a ti.

El castaño no tuvo palabras. Si antes sentía que no podía moverse, en ese momento ni siquiera podía respirar.

—¿Tú...? ¿C-Cómo? ¿Así de fácil?

—¿Fácil? —Harry rió, alejandose un poco—. Pero si mira, has quedado todo moribundo —bromeó.

Louis sonrió también.

—Y yo que tenía unas altas expectativas de la luna de miel.

Ahora sí que el castaño alzó las cejas con impresión—. ¿Luna de miel? ¿Acaso eso fue como una boda?

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora