Epílogo

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Dos años después.

—¡Edward Tomlinson! —bufó el castaño, caminando con rapidez en dirección a su hijo.

El pequeño ojiverde volteó a verlo, sonriendo de inmediato mostrando sus pequeños dientes con inocencia. Demasiado pícaro y manipulador, que decir, lo había aprendido del mejor.

Louis llegó hasta él, mirandolo con una ceja arriba haciendo todo su esfuerzo por no sonreír también.

—¿Qué te ha dicho papi de hacerle cosas al gato, eh? —lo señalo unos momentos. Edward siguió sonriendo y se alzó de hombros—. Hagamos como que te creo que no sabes de qué estoy hablando.

El ojiazul tomó al pobre gato que de nuevo estaba cambiado de color y lo dejó en la habitación de lavado, cerrando la puerta.

Edward caminó detrás de Louis, ladeando la cabeza—. ¿Papi Hary? —preguntó.

Louis sonrió finalmente—. Ya debe estar por llegar cariño.

Claro que Louis estaba muy orgulloso de su pequeño bebé. Edward Aún era muy chiquito, y ya podía hacer varias cosas que los demás bebes no podían hacer. Como por ejemplo mover cosas, cambiar de color al gato y jugar con su padre a hacer enojar al ojiazul.

Louis de verdad no comprendía como su vida había dado vuelta por completo en tan solo un par de años.

Sonrió con nostalgia, recordando como era que había comenzado todo, por unas simples palabras que creyo no tenían sentido; 'Le vendo mi alma al diablo...'

La puerta de casa se abrió y Louis levantó la mirada, sonriendo al instante.

—¿Es acaso que estás pensando en venderme tu alma de nuevo? —preguntó entrando.

El ojiazul suspiró, quien lo diría que después de todo volvería a ver a Harry en traje. Porque claro, si quería que su familia tuviera normalidad, debía actuar él principalmente con normalidad. Por lo que ahora era socio de la empresa de Héctor, ¿cómo lo había logrado? Con un poco de ayuda, claro. Seguía siendo el Diablo.

—Pero miren quién está por aquí —le sonrió a Edward, quien caminó con prisa hasta él. Tomó a su bebé el brazos y le dio un beso en la frente—. Hola campeón. ¿Cómo te has portado hoy?

Louis suspiró—. Ha cambiado de nuevo al gato de color.

Harry rió y con su hijo en brazos se acercó a Louis y depositó un suave y delicado beso en sus labios—. Sabes que no puede controlar sus "cualidades" aún.

—Hm, claro —Louis hizo un mohín—. Cualidades —repitió divertido.

Harry colocó de nuevo a Edward en sus pequeños pies y le acarició el cabello—. Enseñale a papá los dibujos que hiciste para él hoy. Papi Louis me ha mandado un mensaje diciendo que eran muy bonitos.

Edward asintió con emoción y corrió hasta su habitación. Harry sonrió con ternura, levantándose para ver los ojos de Louis.

—¿Cómo te ha ido en el trabajo? —preguntó mientras le desabrochaba la corbata con cuidado.

Harry suspiró—. Como siempre. No me faltan ganas de hacerle algo al pesado de Héctor.

Louis sonrió.

—Ya lo hablamos amor, nada de cosas malas en el trabajo. Ni en casa.

—Pero es que es insoportable. Aún cuando ni siquiera está a mi lado.

Louis asintió, deslizando la corbata fuera de su cuello—. Lo sé, tuve que soportarlo algún tiempo.

Harry se sentó en el sillón y le hizo una seña para que se sentara sobre sus piernas. Louis se sentó sobre él y acomodó su cabello. Harry sonrió de esa manera tan coqueta que hizo a Louis alzar ambas cejas.

—Llamé a Gemma para que viniera por Edward —murmuró.

Louis sonrió, mirando como Edward luchaba por sostener los crayones junto a algunos dibujos en sus manos sin que nada se cayera mientras caminaba por el pasillo. Claro que los crayones se cayerón y Edward los hizo desaparecer para hacer un puchero luego.

—¿Y para qué? —le preguntó con inocencia. Harry se acercó a su oído, apretándole las caderas.

—Para que tú y yo intentemos procrear otro bebé. Si bien será difícil, sabemos que no imposible. ¿Quieres que nuestro pobre retoño sea hijo único y no tenga con quien jugar?

Louis rió, negando—. ¿Y eso fue lo que le dijiste a tu hermana?

Harry asintió sin pena—. Pues claro. Ella encantada de que tengamos un pequeño equipo de fútbol en algunos años.

—Oh cielos, no —volvió a reír.

La puerta sonó dos veces y Gemma entró sin más con una preciosa sonrisa—. ¡Ya he llegado familia! Lamento el retardo, un pequeño incendio de último momento —suspiró—. Bueno, ¡¿quién irá al parque hoy?!

Edward la miró y rió divertido para luego correr en dirección a su tia. Gemma lo levantó en brazos, dándole repetidos besos en el rostro—. ¿Cómo está el bebé más lindo del mundo?

Louis y Harry sonrieron con ternura, observando como Edward se abrazaba riendo a Gemma.

—Hola hermana.

—¿Cómo están? —sonrió unos segundos, después volvió a ver a Edward—. Bueno, este bebé y yo ya nos vamos porque creo que ustedes dos tienen varias cosas que hacer —alzó las cejas varias veces.

—Ya lo tienes claro hermanita —asintió Harry.

Louis le empujó con suavidad el hombro y observó a Gemma—. Si se pone irritado, por favor traelo.

—Quédate tranquilo, nosotros sabemos como divertirnos —después de eso, simplemente desaparecieron.

El silencio se hizo presente en la casa. Louis aún estaba sentado sobre las piernas de Harry, le acarició los cabellos y luego bajó sus manos a su camisa. Desabrochó los primeros cuatro botones y sonrió de lado.

Harry también sonrió—. Ya no puedes aguantarte ¿verdad?

Louis bufó con diversión—. Sólo te pongo un poco más cómodo.

—No te hagas bonito, si encanta que te haga el amor.

¿Y cómo no le iba a encantar?

Si por donde pasa él, pasa el fuego.

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Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora