Capítulo 2

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•Me encanta cuando dices "qué", suena tan...

Louis rió con burla.

—Eres muy gracioso —asintió, las arruguitas al costado de sus ojos le hacían ver hermoso. Él hombre también comenzó a reír.

—¿No me crees? —le preguntó en medio de una suave carcajada.

—No —el ojiazul respondió divertido negando con la cabeza. De repente el otro dejo de reír, provocando que Louis también dejara de hacerlo y tomara un semblante serio.

—Pues deberías —alzó una ceja mientras miraba a Louis básicamente comiendolo con los ojos. Louis sintió sus piernas temblar.

—¿Sabes? —carraspeó—. Se me hace tarde para el trabajo —murmuró comenzando a caminar sin dejar de mirarlo con curiosidad—. Muy buena broma amigo.

—Louis, por mi... —intentó decir. Louis se detuvo en seco, mirandolo con un poco de impresión. ¿Cómo sabía su nombre? Louis nunca le había dicho su nombre.

—¿Cómo sabes mi nombre? —le preguntó, ahora sí que estaba nervioso. El tipo sonrió sin separar los labios, sus ojos verdes estaban brillosos y Louis simplemente tragó saliva.

—Ya te lo dije bonito, soy el Diablo —volvió a decir.

¿Acaso se pensaba que Louis era imbécil? Ahora sí que el más bajo suavizo su expresión y recargo su peso en su pierna izquierda. Una sonrisa de lado apareció en su rostro, haciendo que el señor "diablo" alzara una ceja con diversión. ¿Para qué le detendría en un callejón solitario soltando tal barbaridad? Estaba claro. Louis lo entendió.

—Si quieres tener sexo solo dímelo —soltó con suavidad—. Pero si pretendes llevarme a la cama diciéndome que eres el Diablo estás fallado ahí —después de eso comenzo a caminar de nuevo.

—¿Tendrías sexo conmigo? —lo escuchó decir a sus espaldas. El ojiazul sonrió levemente antes de girar a verlo una vez más.

—Claro, mírate eres tan caliente —le guiño un ojo coquetamente.

—¿Tan qué? —preguntó el rizado con diversión.

—Caliente —repitió mordiendo un poco su labio. Cabe decir que Louis era muy, muy coqueto y no tenía ningún problema en dejarlo claro—. Honestamente, obvio tendría sexo contigo —asintió pestañeando con lentitud. El ojiverde sonrió dejándo a la vista sus blancos y perfectos dientes. Louis hizo un pequeño puchero—. Pero señor Diablo, tendrá que disculparme. Justo ahora tengo que ir a trabajar.

—Lo sé, y voy contigo —soltó aquel hombre. Louis borro todo rastro de coquetería en su rostro y lo miró bien.

—¿Qué? —soltó. El rizado pasó su lengua sobre sus labios, inquietando a Louis.

—Me encanta cuando dices 'qué', suena tan... —delineó con las llemas de sus dedos su marcada mandibula sin dejar de verlo—. Caliente.

Louis sintió su cuerpo estremecerse ante esas lentas palabras, la profunda mirada del hombre frente a él le ponía las piernas a temblar y realmente sentía estar perdiendo la batalla sin siquiera intentar atentar. Pero por el amor de Dios, hacia menos de cinco minutos que lo conocía ¿Y ya estaba caliente por él? Louis sí que estaba un poco mal.

Sacudió su cabeza y volvió a mirarlo.

—Se me hace tarde —murmuró comenzando a caminar, ésta vez sí que estaba decidido a dejar todo ese raro encuentro atras. Pero el rizado pronto comenzó a caminar a su lado.

—Lo sé, a mí también —Louis lo miró unos segundos más. ¿Tendría que gritarle para que le dejara en paz? Era una pregunta seria —Héctor se enojara mucho si llegó tarde a mi primer día de trabajo.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora