Capítulo 29

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•Lo que venga de ti siempre tendrá escrito pecado.

Harry miraba a su hermana con ojos brillantes, ya no había verde en sus pupilas, era solo negro. Y aunque la muerte estaba angustiada, no lo dejaba ver con su postura firme y barbilla en alto.

Había enfrentado una y mil veces a su hermano, pero no en algo tan delicado como lo era la situación de Louis en esos momentos.

—Me has mentido —habló Harry, manteniendo su cuerpo tenso, a la espera de cualquier ataque, de cualquier cosa que le pudiera tomar por sorpresa—. Lo esperé de toda la mierda con la que convivo día a día, de nuestros otros hermanos buenos para nada, de los malditos ángeles que tiene Dios en su maldito paraíso, lo espere incluso del mismísimo Dios, pero no de ti. No de ti, Gemma.

La joven apretó sus dientes con fuerza, no podía mostrarse débil. Pero un vínculo tan fuerte como el que había entre ella y su hermano lastimaba a sobremanera cuando era estrujado, justo como en ese momento.

—Podía esperarlo de cualquier otro hermanita, pero no de ti —rió amargamente, mirando sus zapatos. Por primera vez en toda su vida, a Harry realmente le importaba la traición de alguien. Y bueno, no se trataba de cualquiera. Era Gemma, su hermana—. Sabías lo que yo sentía por él, te confesé todo a ti Gemma, confíe en ti maldición y tú, tú solo has dejado que le sacaran de mis brazos en un parpadeo. Me mentiste, y es que sino puedo fiarme de ti, ¿de quién sí podré hacerlo? —negó—. Vaya mierda.

Gemma tragó saliva atreviéndose hablar por primera vez—. Era lo que él quería, Harry. Aunque hubieras intentado proteger a Louis no hubie...

—¡¿Siquiera me dejaste intentarlo, joder?! —explotó, su piel se tornó en un extraño matiz rojo y anaranjado, consecuencia del gran coraje que corría en sus venas como fuego—. ¡Sabes que hubiera hecho cualquier cosa! ¡Tú más que nadie sabe que él seguiría aquí conmigo si me hubieras dicho algo porque tengo ese maldito poder! ¡No vengas con mierdas!

Gemma sintió algo en su pecho apretarse, jadeo en busca de aire y retrocedió dos pasos—. Harry... —murmuró dolida.

El rizado negó—. Dime si es que miento. Dime si Louis no estaría aquí.
Antes de permitir que se lo llevaran, hubiera acabado con cada maldita vida en todo este universo. Y lo sabes muy bien.

La muerte sintió lágrimas bajar por sus mejillas por primera vez en su larga, larga existencia. El sentimiento que recorría su pecho no era para nada agradable, ella, reina de las tinieblas y de las penas, sintió lo que era el dolor sentimental por primera vez. Nunca había enfrentado a Harry de esa manera, y dolía, en lo más profundo de su ser, dolía. Porque era él el hermano que siempre había estado acompañandola.

—D-De verdad yo no tuve opción... H-Hermano —murmuró, sorbiendo su nariz—. Tengo que hacer... —bajó la cabeza—. Lo que él dice. Lo sabes...

Harry apretó los labios ignorando la incomodida en su ser al ver a su hermana llorar. Sintió entonces que la joven estaba siendo sincera y desvió su vista enfurecida hasta otro lugar. Se concentró en ver las llamas alzandose en las penumbras de aquel bochornoso lugar que era su hogar, el infierno.

—Dónde está —soltó sin más, dudando en si quería realmente saber la respuesta—. Qué quiere de él.

—No sé mucho sobre Louis, solo sé que está bien...

Harry asintió—. Claro que está bien. Tiene que estarlo. Nadie sería tan idiota para lastimar a la única razón que mantiene viva a toda la raza humana por ahora.

Gemma suspiró—. Él quiere que sepas que el acuerdo aún no termina, y que tengas en cuenta que lo has desobedecido. Quiere que pienses en las consecuencias —murmuró, limpiando sus lágrimas con pena.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora