Capítulo 4

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•Lo mismo digo.

Louis suspiró para entrar al departamento. ¿Por qué estaba dejando que un extraño entrara así como así a su hogar? No lo sabía. Lo único que tenía en cuenta es que ese hombre era condenadamente caliente y quería tenerlo entre las sábanas.

No es como si tener a tu nuevo jefe de administración entre las sábana fuera peor que tener a un ebrio al que conociste en un bar unas cuantas horas antes como tantas veces le había pasado a Louis en el pasado.

Maldita sea, venderle su alma al Diablo. Si Zayn estuviera enterado de lo que estaba pasando, seguramente se reiría de Louis y probablemente no le creería una sola palabra.

Louis escuchó la puerta principal ser cerrada, negó con la cabeza y fue directo a la cocina. Claro, porque comer algo era lo mejor que se le podía ocurrir en esos momentos. Una vez detrás de la barra, buscó a Harry con la mirada mientras tomaba algunas frutas para picar. Lo encontró jugando con los adornos en su mesita de té. El corazón casi se le detiene, esas pequeñas tazas le habían costado cerca de cuatrocientos dolares. Y es que no era cualquier porcelana, era porcelana china.

—¡Oye! —chilló al ver como Harry las tocaba sin ningún cuidado—. ¡No hagas eso! —de verdad que le importaba muy poco si era el Diablo, en esos momentos solo pensaba en sus tasitas de colección y los cuatrocientos dolares. Harry levantó la vista y lo miró con el ceño levemente fruncido.

—Siempre pensé que solo las mujeres eran tan detallistas —murmuró y dejó la taza pequeña en su lugar con mucho cuidado, burlandose de Louis.

—Pues algunos hombres también lo somos —dijo por lo bajo y comenzó a hacer lo que tenía en mente. Tomó un cuchillo junto a una pequeña tabla de madera y comenzó a cortar pequeños trozos de fruta. Podía sentir la fija mirada de Harry en él. Sin dejar de cortar con cuidado levantó la vista a través de sus pestañas y sí, Harry lo estaba mirando. El ojiverde sonrió de lado y comenzó a acercarse hacia la cocina. A Louis le estaba afectando que Harry fuera tan atrevido, cállado, calculador, atractivo y cautivador. Todo al mismo tiempo.

Prestó atención de nuevo a las frutas mientras ignoraba el sonido de los pasos de Harry cada vez más cerca. Carraspeó—. ¿Cuántos años tienes? —preguntó bajito.

—Oh bonito, eso no se le pregunta a un hombre —lo escuchó decir con diversión.

—¿No era a las mujeres? —murmuró con una sonrisa.

Harry se acercó un poco más a donde estaba Louis, tomó una manzana del canasto y la frotó contra su abrigo. La acercó a su boca y le dió un rico mordisco. Se relamió los labios para juntar el jugo que se estaba cayendo por ellos y Louis simplemente tragó saliva.

Harry sonrió—. Se enojó mucho cuando hice eso —dijo después de tragar el pedazo de manzana.

Louis alzó su mirada hasta encontrarse con los ojos verdes.

—¿Quién? —preguntó con suavidad.

—Dios —respondió. Estaba por tirar la manzana cuando Louis la tomó con sus pequeñas manos y la comenzó a cortar con cuidado para comerla también.

—¿Se enojó? —preguntó sin entender.

—No sabes cuánto —murmuró divertido, miró en otra dirección recargandose en la barra y sonrió—. Ese día se enojo tanto que se le formaron arrugas en la frente. Pero yo le dije; "Barba, tú tienes la culpa, ¿para qué haces frutas que no quieres que coman?" Con eso se enojó aún más.

Louis mordió su labio inferior.

—¿Es verdad que tú eras un ángel antes? —y con tanta belleza y perfección, Louis pensó que le diría que sí.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora