Capítulo 26

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•Más de lo que puedo pedir.

Louis tragó saliva, mirando el cuerpo de Harry aún cubierto por la ropa. Acarició sus piernas con suavidad, se mordió el labio inferior y dejó su vista encima de la de Harry. El ojiverde también lo observaba en silencio, sintiendo las pequeñas manos de Louis ir y venir por sus largas piernas.

Louis sonrió, ladeando la cabeza para apartar el molesto fleco de sus ojos—. Quisiera decirte un cumplido, pero ya te he dicho tantos que no se me ocurre nada más. Eres simplemente perfecto.

Harry alzó una ceja, sonriendo también—. Lo perfecto no existe Louis. No conmigo al menos, lo perfecto se supone es para Dios, para los buenos. Para alguien como tú. Tú si que eres perfecto —tomó las manos de Louis y lo jaló haciendolo caer en su pecho con cuidado—. Si mal no recuerdo, hace algunos segundos dijiste que ibas a...

—Lo sé —Louis levantó su cabeza, acercando sus labios a los de Harry para volver a besarlo, esta vez no fue con delicadeza, fue un beso casi salvaje, desesperado. Las pequeñas manos del ojiazul bajaron por los costados del abdomen de Harry, deteniendose en el borde de la playera—. Quitate esto —murmuró en sus labios, separándose un poco dandole espacio al rizado.

La playera fue arrojada sin alguna importancia al costado de la cama, Louis acarició el pecho de Harry y lo observó con deseo. Las llemas de sus dedos delinearon los tatuajes para después volver a ver a Harry a los ojos.

—Venga, quitate lo tuyo también —murmuró Harry, levantándo la playera de Louis para sacarla por encima de su cabeza. Una vez tuvo la bronceada piel de Louis expuesta se acercó para besar uno de sus hombros mientras le sujetaba por la cintura—. Eres tan jodidamente hermoso... Jamás, jamás había sentido algo así antes.

Louis rió, besando sus labios una vez más—. ¿Nunca habías tenido ganas de follar?

Harry rió, apretando uno de los glúteos de Louis con fuerza—. La situación en la que estamos te cambia por completo bonito. ¿Es que te gusta hablar sucio entonces?

Louis abrió sus labios, soltando un suave jadeo—. Contigo diría palabras que ni siquiera estoy seguro si existen.

Harry suspiró, Louis volvió a besarlo mordiendo sus labios, bajó por su mejilla y succionó un par de veces la piel de su cuello dejando suaves marcas. Sus manos viajaron por todo el pecho de Harry a medida que su boca también bajaba. Dio algunas lamidas en el pecho de Harry mientras sus manos acariciaban la entrepierna del rizado.

Harry tenía sus ojos cerrados mientras disfrutaba de las benditas acciones de Louis. Nada importaba. No pensaba en consecuencias, no pensaba en el qué pasará después. En ese momento eran solo él y Louis. Lo demás de verdad importaba una mierda. Nunca en la vida había sentido algo similar a lo que sentía en esos momentos, no eran simples ganas de follar, eran ganas de poseer a la otra persona para siempre, de unir sus cuerpos y sus almas en un trato que era definitivo.

Tendría que haberselo pensado más, escuchar otras opiniones. Pero sus dudas desaparecían cuando Louis sonreía y sus preciosos ojos azules brillaban con ternura, entonces Harry sabía que cualquier decisión que tomará sería correcta. Porque sentía que Louis pertenecía donde él. Y él, pertenecía donde Louis. El Diablo nunca podía equivocarse. No podía cometer algún error.

Ah pero siempre hay una primera vez. Tal vez.

Sintió sus pantalones ser bajados junto a su ropa interior, después las suaves manos de Louis tomaron su miembro apretandolo casi con cuidado. Gimió con desbordante placer, apretando sus ojos y abriendo ligeramente los labios.

Louis ladeó una sonrisa, bajando y subiendo su mano con lentitud. No le sorprendió que el pene de Harry fuera de un tamaño casi fuera de lo común. Era grueso, apenas y podía cubrirlo con su mano. Por ende su excitación subió, provocando un hormigueo en su miembro también. Apretó suavemente las piernas, casi gimiendo. Respiró hondo y recargó su cabeza en el muslo de Harry mientras observaba con su mano subía y bajaba por el miembro del rizado. Harry llevó una de sus manos al cabello de Louis y lo acarició, soltando pequeños gemidos.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora