Capítulo 30

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Jasper decidió que había llegado el momento de tener una pequeña conversación con la joven Karlie kloss. 

No fue difícil hacerlo acudir a su despacho mientras Taylor estaba ocupada con Anna en otra parte de la casa y Austin... bueno, Austin estaría en algún lugar buscando inspiración para uno de sus juguetes.

Las esculturas de su nieto siempre despertaban en Jasper desconcierto y orgullo.

—Jasper: Siéntate, muchacha —le dijo mientras sacaba de la estantería una copia de Guerra y paz en cuyo interior guardaba un magnífico puro—. ¿Quieres uno?

Karlie levantó una ceja con sorpresa.

—Kar: No, gracias. Interesante literatura.

—Jasper: A Anna no le gusta que fume —admitió mientras ponía en marcha un pequeño ventilador que solía tener en el cajón del escritorio—. Pero con los años su sentido del olfato no ha hecho más que agudizarse.

—Karlie: ¿Y si entrase en este momento?

—Jasper: Querida Kloss, no se puede vivir siempre preocupado por lo que puede pasar —pero, por si acaso, acercó un poco más el ventilador—. Me ha dicho un pajarito que en Hollywood están mostrando cierto interés por tu obra.

—Kar: Tiene usted muy buen oído para los pájaros.

—Jasper: No puedo quejarme. Cuéntame, ¿cuánto tiempo tienes pensado quedarte en Nueva York?

—Kar: Por lo menos otro mes. Supongo que para entonces habrán acabado las obras en mi casa.

—Jasper: Una casa magnífica, por lo que tengo entendida, cerca del mar, igual que ésta.

—Kar: Pero no puede ni compararse con esta maravilla.

—Jasper: Aún eres joven. Lo importante es que tienes tu propio lugar, un sitio en el que estar tranquilo.

Karlie no sabía adonde se dirigía la conversación, por lo que no podía evitar cierta inquietud.

—Jasper: Es razonable necesitar privacidad —continuó—. Pero si la soledad y la privacidad se convierten en aislamiento, ya no es tan saludable, ¿no te parece?

—Karlie: No veo que aquí tengan muchos vecinos cerca —replicó mirando hacia la ventana.

La sonrisa de Jasper se abrió paso entre la barba.

—Jasper: No, pero eso no quiere decir que estemos aislados. No sé si sabes que Taylor también creció junto al mar, en una casa de la costa de Maine.

—Kar: Eso he oído.

—Jasper: El padre de Taylor es un buen hombre y su madre una gran mujer. Ambos están muy orgullosos de sus hijos.

Completamente perdida, karlie se limitó a darle la razón.

—Kar: No lo dudo.

—Jasper: ¿Cómo vas a dudarlo? Lo has visto con tus propios ojos. Taylor es una joven encantadora, con un corazón grande como la luna y cálido como el sol. Tiene una luz especial. ¿No te parece?

—Kar: Creo que es una mujer única.

—Jasper: Desde luego. Es una muchacha incapaz del más mínimo engaño —continuó diciendo—. A menudo deja de lado sus propios sentimientos para preocuparse de los de los demás. Pero eso no quiere decir que se arrastre ante nadie. Si la acorralan, responde con fiereza, pero se hará daño a sí misma antes de hacérselo a otro. Eso me preocupa.

Aunque no estaba oyendo nada que no hubiese comprobado por sí mismo, aquellas palabras hicieron que Karlie se sintiese incómoda.

—Kar: No creo que deba preocuparse por Taylor.

—Jasper: Es lógico que un abuelo se preocupe por los suyos. Taylor quiere un lugar en el que depositar todo el amor que lleva dentro. La persona a la que entregue su corazón será muy afortunado.

—Kar: Estoy de acuerdo.

—Jasper: Tú te has fijado en ella, Kloss. Eso no necesito que me lo diga ningún pajarito.

Había hecho algo más que fijarse, pensó Karlie para sí.

—Kar: Como bien ha dicho, es una mujer encantadora.

—Jasper: Y tú eres una soltera de treinta años. ¿Cuáles son tus intenciones?

Vaya, pensó Karlie, eso era no andarse con rodeos.

—Kar: No tengo ninguna intención en particular.

—Jasper: Pues ya es hora de que las tengas —espetó dando un puñetazo en la mesa—. No pareces tonta, ni ciega. ¿O sí que lo eres?

—kar: No.

—Jasper: ¿Entonces qué te pasa? Taylor es exactamente lo que necesitas para poner algo de luz en tu vida, para no acabar metida en una cueva como un oso. Y si no creyera que eres lo mejor para ella, no dejaría ni que te acercaras, eso te lo puedo asegurar.

—Kar: En realidad fue usted el que me puso cerca de ella, señor Miller —y estaba furiosa por ello. Se sentía atrapada—. Me puso en la puerta de su casa y me hizo creer que me estaba haciendo un favor.

—Jasper: Muchacha, te hice el mayor favor de tu vida y deberías darme las gracias por ello, en lugar de mirarme con tanta furia.

—Kar: No sé cómo llevará el resto de su familia que se meta en sus vidas, pero lo que sí sé es que yo ni quiero ni necesito que lo haga.

—Jasper: Si no lo necesitabas —replicó con la misma furia con la que Karlie se había levantado de la silla—, ¿por qué sigues lamentándote por algo que perdiste hace mucho, y que jamás tuviste, en lugar de aprovechar lo que tienes delante de las narices?

—Kar: Eso es problema mío —respondió con tremenda frialdad.

—Jasper: Desde luego que es un problema —replicó —. Llevo más de noventa años en este mundo y después de mucho observar, veo a la gente tal como es. Y tú, Kloss, eres o muy joven o muy testaruda para no darte cuenta de que son perfectos el uno para el otro. Se complementan.

—Kar: Se equivoca.

—Jasper: ¡Ja! Taylor no te habría invitado a venir a esta casa si no estuviera enamorada y tú no habrías aceptado a menos que sintieras ya lo mismo por ella.

Jasper vio con satisfacción cómo Karlie se quedaba pálida. Era de ésas a las que les daba miedo el amor.

—Kar: El amor no tiene nada que ver con lo que hay entre Taylor y yo —consiguió decir a pesar del enorme nudo que se le había formado en el estómago—. Y si le hago daño, que seguramente lo haré —matizó—, parte de la culpa será suya.

Salió de allí dejando a Jasper a solas con su puro. Sin duda le daba rabia que su querida Taylor fuera a sufrir y, sí, en parte sería culpa suya, pero sabía que cuando la testaruda de Karlie abriera los ojos la haría muy feliz... ¿Quién sería entonces el responsable de que estuvieran juntos sino Jasper Miller?

Se terminó el puro con una sonrisa en los labios.

Una Vecina PerfectaWhere stories live. Discover now