Capitulo 35

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Voy a salir a verla -decidió Scott Swift mientras observaba a su hija desde la ventana de la cocina de la casa que había construido junto con su esposa.

-No, Scott. Déjala sola un rato -le recomendó Andrea, que se había acercado a ponerle la mano en el hombro-. Entrará cuando esté preparada para hacerlo.

-Scott: No soporto ver la tristeza que ese cretino ha puesto en sus ojos.

-Andrea: Tiene que sufrir antes de empezar a superarlo, pero sabe que estamos aquí -le puso los brazos alrededor de la cintura y apoyó la cabeza en su hombro.

-Scott: Era más fácil cuando se caían y se hacían algún rasguño.

-Andrea: Entonces no te parecía tan fácil. Siempre sufres tú más que ellos.

-Scott: Sólo quiero hacer que deje de sufrir y luego arrancarle el corazón a ese sinvergüenza -añadió con una triste risa.

-Andrea: Yo también.

Así fue como Taylor los encontró al entrar a la cocina. El uno en brazos del otro, sonriendo.

Eso era exactamente lo que ella anhelaba, esa intimidad, ese cariño. Y había estado dispuesta a darlo.

-Tay: ¿Saben cuántas veces en mi vida he entrado aquí y los he visto así? -les preguntó uniéndose al abrazo-. Es maravilloso.

-Scott: Tienes el pelo mojado -le dijo.

-Tay: Deja de preocuparte, papá.

-Scott: Puede que lo haga... cuando cumplas los cincuenta. ¿Quieres un café?

-Tay: No. Creo que voy a darme un baño caliente y a meterme en la cama con un libro, a ver si sigue funcionando como cuando era adolescente y tenía un desengaño amoroso.

Andrea acompañó a su hija al dormitorio en el que había crecido y dejaron a Scott protestando en la cocina.

-Andrea: Cariño, ya no eres una adolescente y esto no es un simple desengaño.

Los ojos volvieron a llenársele de lágrimas al oír aquello.

-Tay: Mamá... -se dejó abrazar por su madre-. Quiero odiarla, así podría quererla un poco menos. Pero es que es maravillosa... y horrible. Es como papá.

-Andrea: Qué Dios te ayude -susurró su madre riéndose suavemente.

-Tay: Karlie es tan solitaria, está siempre tan inmersa en su trabajo. Tiene un humor tan cambiante que nunca se sabe cómo va a estar, pero luego es tan sensible y tiene tanto miedo a confiar. Y cuando te toca te das cuenta de todo lo que es, de todo lo que lleva dentro aunque le cueste mostrarlo.

-Andrea: Dios mío, sí que es como tu padre. Taylor tienes que hacer lo que sea mejor para ti, pero si la quieres tanta, deberías intentar solucionar las cosas con ella.

-Taylor: Cree que soy frívola. Y que mi trabajo es menos importante que el suyo. No confía en mí. Cree que puede pedirme que lo deje sóla y al minuto siguiente venir a besarme como si no pudiera parar.

Se dio media vuelta y encontró a su madre sonriendo.

-Tay: ¿Qué?

-Andrea: ¿Cómo encontraste otro? Pensé que yo tenía al único que había.

-Tay: En realidad lo encontró el abuelo.

Andrea enarcó ambas cejas.

-Andrea: Claro -se limitó a decir.

Pero Taylor lo comprendió y, por primera vez en muchas horas, sonrió.


Karlie retiró la boquilla del saxo de sus labios con tremenda frustración. Ni siquiera podía dejar de pensar en ella mientras tocaba; la música no servía de nada con Taylor.

Había pasado el día entero con la mirada perdida en la pantalla del ordenador o llamando a su puerta hasta que había descubierto que ya no estaba dentro.

Se había marchado. Seguramente fuera lo más inteligente que había hecho desde que se habían conocido; abandonarla. Finalmente, Karlie había decidido irse también para que ella no lo encontrara allí al volver. No podía seguir viviendo a pocos metros de la mujer a la que amaba y a la que no podría tener por culpa de su gran estupidez.

Después de despedirse de Zayn, bajó del escenario y fue a decir adiós a Gigi, pero su amiga no era tan fácil de esquivar e insistió en que se tomara una copa de despedida con ella.

-Gi: Parece que la música no te ayuda con esta mujer -adivinó con la inteligencia de siempre.

-Karlie: No -admitió levantando su vaso-. Se ha acabado.

-Gi: ¿Por qué?

-Karlie: Porque así lo ha decidido ella. Lo he estropeado todo y debo aceptar su decisión.

-Gi: Si lo has estropeado, arréglalo.

-Karlie: Le he hecho daño y tiene derecho a apartarme de su lado.

-Gi: Cariño, cuando se quiere a alguien hay que ir y pedir perdón de rodillas. ¿La quieres tanto como para hacer eso?

Karlie observó el whisky antes de dar un trago que le quemó la garganta.

-karlie: No sabía que pudiera amar tanto a alguien -confesó.

-Gi: Karlie, vete de aquí y haz lo que debes -le ordenó acompañando sus palabras con un beso.

Karlie se marchó, convencido de que Gigi se equivocaba; había cosas que no se podían arreglar por mucho que uno lo deseara. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Taylor desfigurado por el dolor. No tenía derecho alguno a pedirle que lo perdonara.

No se dio cuenta de que había echado a correr hasta que llegó a la puerta de Blake y comenzó a golpearla.

-Blake: ¿Estás loca? -le preguntó cuando por fin abrió, con los ojos medio cerrados de sueño-. Es más de medianoche.

-Karlie: ¿Dónde está? ¿Dónde ha ido?

-Blake: Como te dije después de que le rompieras el corazón, vuelve a tu agujero si no quieres que despierte a Ryan y a un par de vecinos más. Aquí todos queremos mucho a Taylor.

-karlie: Yo también, Blake.

-Blak : ¿Y por eso la hiciste llorar hasta que se le secaron los ojos?

-Karlie: Dime dónde está, te lo suplico.

-Blake: ¿Por qué habría de decírtelo?

-Karlie: Porque quiero arrastrarme a pedirle que me perdone y darle la oportunidad de darme una patada si quiere hacerlo. Dime dónde está. Necesito verla.

Blake se secó una lágrima.

-Blake: ¿De verdad la quieres?

-Karlie: Tanto, que dejaré que me aparte de su lado para siempre si eso es lo que quiere. Pero antes tengo que verla.

¿Qué podría haber hecho una mujer romántica como ella sino ayudarla?

-Blake: Está en casa de sus padres, en Maine. Pero si vuelves a hacerle daño, te mataré con mis propias manos.

-Karlie : Y yo te dejaré. Muchas gracias, Blake. Ah... ¿estás...

-Blake: Sí, estoy... Salgo de cuentas el día de San Valentín, ¿no es perfecto?

-Karlie: Desde luego. Felicidades.

Salió de allí con la dirección de los padres de Taylor en la mano mientras Blake deseaba buena suerte a su amiga en silencio.

Una Vecina PerfectaWhere stories live. Discover now