Coda

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Tratamos de quitar las tablas que bloqueaban la entrada para dejar entrar a Gabriel, el cual no tenía idea como había salido. Michonne se acercó con un hacha para romper la madera, mientras seguíamos escuchando sus gritos. Se escuchaban gruñidos de caminantes.

Prepare mi arco una vez que Gabriel entró y algunos caminantes, Michonne y yo estábamos matando a todos los que podíamos, pero eran demasiados, Gabriel nos condujo a su despacho.

Nos mostró por donde había salido, fui la primera en entrar para recibir a Judith, me arrastré con ella y al salir cuide que no hubiera caminantes, Carl me ayudó a ponerla en mi espalda para poder matar a los caminantes.

Acabamos con los que estaban en la entrada, aseguramos la entrada desde afuera para que los que estaban adentro no salieran. Nos quedamos frente a la iglesia escuchando como trataban de salir, quise lanzarme sobre Gabriel cuando dijo que había ido a la escuela.

Prepare mi arma al ver que estos estaban por salir, pero un camión de bomberos impidió que salieran, abracé a Glenn y este hizo una mueca antes de hablar.

—No existe una cura, Eugene mintió, Washington no es la solución—nos dijo cabizbajo.

—Mierda, entonces ¿mintió para salvarse el trasero?—le pregunté a mi amigo mientras Abraham refunfuñaba por mi forma de decir las cosas. Glenn asintió—Vaya, que bueno que no me ilusione tanto—dije para mi misma.

—Súbete arquera no tenemos todo el día—me regaño el pelirrojo y Carl tomó a Judy de mi espalda para cargarla él.

Nos subimos al camión de bomberos para poder ir a Atlanta, mientras más nos acercábamos, más me daba cuenta de lo mucho que había cambiado, no solo físicamente; el como mi perspectiva de las cosas había cambiado.

—¿Estás bien?—me preguntó Glenn.

—Es solo Atlanta que me trae recuerdos—le aseguré a mi mejor amigo.

—Quien diría que la pequeña Lexie y el tierno Carl serían novios ahora—nos dice con una sonrisa que nos hizo mirarnos y sonreírnos.

—Y quien diría que Glenn carnada Rhee estaría casado con Maggie—le dije y este le sonrió a su esposa.

—¿Cómo te volviste tan buena con el arco?—me preguntó Tara, la chica que estaba con el gobernador, desde que estaba con nosotros nos habíamos tenido una conversación o si quiera alguna interacción.

—Daryl, mi papá siempre supo cazar, no tuvo la mejor infancia que digamos—hablé por primera vez sobre los problemas de infancia de mi progenitor—Descubrió que era buena con la ballesta y cuando nací yo, quiso enseñarme con un arco—conté mientras todos escuchaban atentos—Solía ir los fines de semana a su casa para ir al bosque y que me enseñara a cazar, ya lo tenía en la sangre pues siempre tuve buena puntería—sonreí un poco—Pulí mi puntería en la prisión—borre mi sonrisa al recordar la prisión y a Hershel—Aprendí a amar mi arco, que es lo importante, tener una buena relación con tu arma—le dije y está asintió.

—Niña ¿cuántos años tienes?—me preguntó Rosita.

—No sé con exactitud pero creo que catorce o quince—le respondí a la chica de coletas.

—He conocido hombres que no tienen ni la mitad de la puntería que tú tienes niña, deberías estar orgullosa—me hablo por el retrovisor Abraham.

—No sé lo hubieras dicho porque ahora no parara de presumir que tiene la mejor puntería—le advirtió Carl.

—Tarde, ¿ya te conté que tengo la mejor puntería?—lo mire con una sonrisa orgullosa y esté rodo los ojos.

—Te odio—me dijo girándose.

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