Extraños

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Nos detuvimos a descansar un poco y comer algo, pasaríamos la noche en el bosque, nos sentamos en el piso lleno de hojas. Carl le daba agua a Judy mientras yo comía algo de carne seca y de vez en cuando me daba un poco a Carl.

—Lexie, estás llena de heridas y golpes—se acercó a nosotros Glenn—¿Estás bien?—me miró.

—Estaré bien—le aseguré—Unos cuantos problemas, pero no tienes que preocuparte—tome el brazo de mi mejor amigo.

—Te ves más madura—me miró—Tus facciones empiezan a marcarse un poco más, cuando me dé cuenta serás toda una señorita hecha y derecha—dijo melancólico y solo reí.

—Pero para ti puedo seguir siendo la Lexie del campamento de Atlanta—le dije y este negó.

—Me gusta más esta Lexie—hizo una pausa para pensar—Más madura, más fuerte y hábil—me sonrió dándome un abrazo.

—Gracias Glenn, me siento halagada—revolví mi cabello orgullosamente.

—Tu cabello también ha crecido, sigo sin entender por qué no quieres peinarte—me dijo mientras jugaba con unas hojas del suelo.

—Mi cabello es un alma libre, igual que yo—le expliqué y este nego divertido.

—Tengo hambre, tengo tanta hambre que podría comer hasta un caballo—dijo James tallando sus ojos.

—Iré a ver si puedo cazar algo—me levanté limpiando las hojas de mi trasero. Me acerqué al hombre de cabello pelirrojo; Abraham había escuchado que se llamaba—¿Me dejas tomar algo de la bolsa?—le dije tocando su hombro pues estaba de espaldas hablando con la chica llamada Rosita.

—Las armas no son juguetes niña—me dijo algo serio.

—Quiero mi arco, quiero cazar algo, pero no puedo hacerlo si no me dejas sacar mi arco de la bolsa—le expliqué.

—Suerte cazando algo niña—se burló un poco—El ballestero no ha tenido suerte, tú menos—dijo dejándome sacar mi arco.

—James, párate—le ordené a mi hermano poniéndome mi carcaj y tomando una flecha de este para ponerla en mi arco. Mi hermano se levantó sin ganas—No llores porque por mí vas a comer—le advertí.

—¿Por qué lloraría? —no lo deje terminar de hablar pues le di un golpe en la espinilla dejando escapar un grito.

Un grito que hizo que algunos pájaros se asustaran y volarán, aprovechando la oportunidad dispare una flecha a un ave, esta cayó al suelo en medio del círculo que habíamos formado. Abraham el que tenía una cara graciosa al principio ahora estaba serio.

—Gané—le sonreí hipócritamente y me incliné exageradamente.

—Así que tú eres la arquera sarcástica de la que hablaban Glenn y Maggie—me miró de pies a cabeza—Te imaginaba un poco más alta y mayor—dijo para sí mismo mientras se acercaba y yo por instinto me alejé y traté de apuntarle.

—¿Lexie? ¿estás bien?—me preguntó Maggie la cual desde el inicio estaba atenta a la interacción.

—Si es solo que...Iré a ver qué logro cazar—dije excusándome alejándome bajo la atenta mirada de mi grupo.

Me insulte varias veces por reaccionar así, me alejé unos cuantos metros del grupo, no me veían ni yo a ellos, pero sabía en dónde estaban. Me enojaba no poder evitar ponerme a la defensiva cuando alguien se me acercaba mientras estaba distraída; flashbacks en mi cabeza empezaron a jugarme una mala pasada.

—No—hablé en voz alta—Esto no es real—dije cuando vi al hombre acercarse a mi, ese hombre—No, no, no—negué alejándome mientras mi espalda chocaba con un árbol—No me hagas daño—me dejé caer al suelo asustada protegiéndome con mis rodillas y ocultando mi cabeza en ellas.

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