prologo

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Deuda de sangre

"Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la
cacería"


Jihyun está muerto.



¡Mataron al jefe!
Kang Eoduun

Namjoon, tu padre está muerto.




Eoduun está dispuesto a pagar.
¿Cómo pagas una muerte?
Con una vida.








-¡Kim! ¡Arriba! -el mencionado levantó sus párpados divisando al oficial en frente suyo.
Malditas ratas que piensan que hacen bien, cuando lo único que hacen es capturar niñitos que no tiene idea de lo que es un verdadero crimen, recordó las palabras de su padre.

Soltó un bufido indiferente antes de volver a cerrar los ojos, concentrándose inevitablemente en los sonidos de su alrededor; viento azotando las sucias ventanas, el estruendoso ruido de choque en las llantas del autobús al pasar por los diversos cráteres que adornaban la calle, sollozos, golpes de metal contra metal, personas tratando de zafarse de sus esposas, halándolas y auto lastimándose a sí mismos. Además de un horrible bochorno y el espantoso olor que impregnaba sus fosas nasales.

-Por favor -susurró un niño de aproximadamente unos diecisiete años-. Soy inocente -lloró.
Namjoon rió y se volteó, mirando al niño con sorna y burla, era castaño de ojos negros con una cicatriz bastante indecorosa atravesando su labio inferior. Inspiró su aroma.

Beta.

-Niño, si llegaste hasta aquí, definitivamente no eres inocente.

Dicho esto, volvió a su posición inicial. Se cruzó de brazos y miró el paisaje detrás de las asquerosas vitrinas del autobús.
Nada. Eso se veía, solo un sencillo desierto, sin muchos detalles. Solamente arena y las ráfagas de viento mezclando restos de basura en ella.

El transporte viró, provocando que los oficiales que estaban de pie se tambalearán y por poco cayeran.

El conductor no tenía tacto, definitivamente había una alta posibilidad de morir primero en un accidente automovilístico que a manos de los policías o de los mismos presos.

Policías, que palabra tan asquerosa y llena de mentiras. Las mafias y los diversos cárteles por todo el mundo eran más honestos que ellos, Namjoon podía apostar toda su vida a ello.

Su cuerpo se tambaleó hacia delante cuando el bus se detuvo.

Jalones de cadenas comenzaron a sonar, acompañado con aullidos y gritos de las personas que estaban allí, eran alrededor de unas veinte solo en ese autobús.
Palabras obscenas y maldiciones.

Namjoon abstuvo de eso, posiblemente si estuviera de humor estaría igual que ellos.
Pero no estaba de humor.

Definitivamente no lo estaba.

Los oficiales soltaron las cadenas que los mantenía sentados en los asientos del transporte, una vez quitados todos los presentes comenzaron a levantarse e incluso a golpear guardias. Lo único que obtuvieron de ello fue una descarga eléctrica sucumbiendo todo su cuerpo.

Namjoon respiró profundamente antes de levantarse, sus pies estaban amarrados con cadenas y barrotes, su cuerpo vestido de un horrible y cegador naranja. A excepción de sus manos que no estaban esposadas a diferencia de los demás. 

 
  Uno de ellos al parecer lo notó.

-¿Por qué él no va esposado? ¡Malditas cucarachas que se dejan gobernar por el dinero! -gritó un hombre de unos cuarenta años mirando fijamente a Namjoon , quien solo rió por lo bajo y siguió caminando por la longitud del bus hasta salir de el.

Corazón de plomo ; NamJin [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora