Capítulo VIII

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Miedo

"No se trata de eliminar el miedo, eso es imposible. Se trata de aprender a controlarlo, y como ser libre de él"

Verónica Roth.

Seokjin no contestó, cerró los ojos con fuerza y tragó grueso.

Eoduun rió.

-¿Qué? ¿Te quedarás ahí como perra obediente? Esperando a que Kim te dé permiso de hablar -dijo lo último entre risas, la omega en su regazo se encogió en su sitio.
Seokjin sintió como sus entrañas se retorcían, la humillación era demasiada.

Se regañó mentalmente por estar permitiendo todo aquello, él ahí, en un maldito cojín tirado en el piso, a los pies de un alfa solo porque otro se lo ordenó. Pudo sentir el enojo crecer.

Puso su mejor sonrisa, abriendo nuevamente los ojos para mirar a su padre y rió, estruendosamente, como no lo había hecho hace mucho.

Siguió riendo por lo bajo mientras negaba con la cabeza, se levantó del suelo y tomó asiento en donde antes estaba sentado Kim.

Suspiró pesadamente y apoyó sus codos en sus rodillas, pasó su mirada por sus piernas desnudas y maldijo mentalmente su estúpido atuendo.

-Se llama actuación. Manipulación -habló inexpresivo, con el semblante duro. Eoduun pudo sentir una mínima pizca de orgullo por el chico, pero rápidamente lo descartó. La rubia sentada en sus piernas miró a Seokjin con repentina admiración y tristeza.
Seokjin chasqueó la lengua posando su vista en la chica. -¿No me presentarás a tu nueva perra, padre?

El hombre siguió riendo.

-No es nada importante -la chica permaneció callada-. Pero al menos es obediente -la omega soltó un chillido cuando el hombre metió una mano debajo de su falda, acariciando su intimidad, la chica puso una mueca de repulsión y se tragó sus palabras.

-¿Qué mierda estás haciendo aquí? -espetó- Me sorprende que Kim no te haya echado a patadas después de que mataste a Jihyun, aunque sigo sin entender por qué te empeñabas tanto en su muerte -manifestó recordando como solía escuchar a través de su antigua habitación, las conversaciones de su padre, sus negocios y conspiraciones.

Las facciones de Eoduun se contrajeron.

-Cuida tu lenguaje, perrita -espetó con su voz de alfa, sus ojos con un intenso rojo. Seokjin sin poder evitarlo bajó la mirada incapaz de rechazar una orden de un alfa.

Maldito seas, instinto omega.

-No es de tu incumbencia lo que haga aquí, hijo. Tú solo limítate a abrirle las piernas a tu alfa, solo para eso naciste. Seguir órdenes, ser una perra obediente, justo como te enseñé.

abrió la boca para responder, levantando su cabeza para mirar a su padre. Lo encontró cerca suyo, con sus ojos y voz de alfa. Inevitablemente recuerdos lo azotaron.



Anda, zorrita. No seas desobediente -dijo riendo, Eoduun se volteó a ver al hombre que estaba a su lado, un alfa con un olor tan horrible que Seokjin sentía ganas de vomitarle en la cara, sus ojos están asquerosamente dilatados, llenos de lujuria al mirar al pequeño omega de tan solo trece años, su cuerpo ni siquiera se había formado bien aún.

El hombre se le acercó más, su asqueroso estómago rebotaba a cada paso que daba, lo tomó del brazo y lo aventó a la cama que había en aquel desdichado cuarto. Seokjin se volteó y le proporcionó una patada en sus partes, el hombre se alejó adolorido.

Eoduun se incorporó de la pared donde estaba recostado con una mirada furiosa y con un cigarrillo en la boca se acercó al pequeño.

-Parece que aprendes a las malas -dijo mientras lo tomaba por el cabello y le daba un golpe contra la pared, sacó el cigarrillo de sus labios y lo pegó contra su piel. Seokjin gritó-. Yo te voy a enseñar a obedecer -le dijo antes de arrancarle los pantalones deshechos que llevaba, dejándolo expuesto-. Abre las piernas, zorra.


Seokjin sintió el miedo apoderarse de él. Su omega comenzó a perder el control, él mismo comenzó a descontrolarse. Su pulso se aceleró notoriamente y su omega comenzaba a lloriquear y gimotear.

Apartó la mirada y siguió respirando agitadamente.

Reunió el valor necesario y habló.
Su instinto le gritaba que se callara, pero él había aprendido a callarlo de vez en cuando.
-¿Crees que no sé qué la muerte de Jihyun fue algo planeado? -bramó con la voz un poco temblorosa- Fue estúpido de tu parte meterte con la familia Kim. No sé por qué estabas tan obsesionado con la muerte de él, pero ten por seguro que traerá más consecuencias que el solo haberme vendido a su hijo, quien por cierto es un maldito asesino y no dudará en matarte cuando tenga la oportunidad, y yo, como su perra obediente favorita, lo veré en primera plana.

Eoduun soltó un gruñido y estampó su mano contra la mejilla del menor. Seokjin sintió el impacto arder en su rostro.

El sonido de la puerta abriéndose los separó.
Dejando ver a un muy furioso Namjoon en su faceta de alfa. Respiraba pesado e incluso se podía apreciar como sus venas sobresaltaban y el aire que inspiraba era brutalmente exhalado.

-¡Largo! -le gritó a Eoduun, este miró por un momento más a su hijo antes de salir arrastrando por los cabellos a la omega.

Seokjin sintió a su omega tranquilizarse un poco. Su mejilla estaba roja y su piel transpiraba, miraba al alfa con la boca semi-abierta por la sorpresa. Y entonces todo encajó por un momento.

Su omega lo había llamado -cosa que Seokjin se maldijo en sus adentros por rebajarse-, y lo más importante; Namjoon había atendido al llamado.

-¿Te hizo algo? -vociferó con los puños apretados a sus costados, no entendía muy bien que le estaba pasando, su alfa estaba furioso, lo llenaba de ira el solo que habían tocado al omega, a su omega. Namjoon comenzó a tambalearse ante ese pensamiento, negándolo, pero rápidamente su alfa volvió a tener el control- ¡Contesta!

Seokjin sintió su penetrante mirada, roja e irritada. Se podía sentir el enojo, su omega se retorcía.

Namjoon se aproximó a él, Seokjin instintivamente bajó la mirada de manera sumisa y un poco asustada.
Sintió los cálidos dedos de Namjoon levantar su mentón y virándolo, analizando su rostro en busca de algún golpe, el cual encontró.

Su alfa se hizo más rabioso todavía, rasguñando en su interior. Todo en él gritaba buscar al responsable y desmembrarlo hasta matarlo por atreverse a tocar al menor.

Seokjin comenzó a soltar feromonas inconscientemente, su omega trataba inútilmente de tranquilizar al mayor.

El castaño se levantó de la silla, quedando en frente de Namjoon, levantó un poco la mirada para poder verlo a los ojos, y entonces los suyos se transformaron en un eléctrico azul.

No estaba muy consciente de lo que hacía.
Su omega había tomado el control.

Pasó las yemas de sus dedos por el rostro del alfa, delicadamente. Se puso se puntitas y lo miró directamente a sus ojos.

Namjoon miraba los suyos hipnotizados.
-Tranquilízate, alfa. Estoy bien -pronunció con sumo cuidado y voz suave, posando sus manos en los anchos hombros del mayor.

El alfa lo tomó posesivamente por la cintura acercándolo.

Volteó la cabeza mirando el delgado brazo del pequeño, con la otra mano lo tomó, acariciando suavemente su piel desde el ante-brazo hasta llegar a la muñeca, donde posaba su marca. Seokjin gimoteó.

Y, Namjoon se calmó.

Corazón de plomo ; NamJin [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora