Capitulo XXXI

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Siempre estuve ahí

"Aún separados, nos seguíamos complementando"

Anónimo.


Un mes atrás

Seung caminaba frustrado por los pasillos de la casa de su madre, una pequeña cabaña en lo más recóndito de un bosque por las afueras de Japon.

Escondida.

La furia crecía cada vez más en su menudo cuerpo. Sus pasos se aceleraban y podía sentir el frío metal chocando en la piel de su espalda baja, un objeto escondido gracias a sus ropas.

Sus ojos se mantenían fijos en su camino, inexpresivos y vacíos, como el resto de su ser.

Su madre siempre evitaba decirle que tenía los ojos de su padre.

Sin embargo, él se enteró por sí solo.

El sonido de los pájaros y el viento revolotear inundaba sus oídos. El sol ocultándose por el atardecer era una hermosa vista. Rayos chocaban hermosamente en su perfilado rostro, resaltando su belleza natural. Y, en su muñeca una reciente quemadura; KN.

Chasqueó su lengua y caminó más rápido al ver como el cielo se oscurecía. Frío nocturno se empezaba a hacer presente provocando que su piel se erizara.

Quitando unas cuantas ramas que se interponían en su camino, logró divisar una pequeña casita escondida por los árboles. Con un bello jardín fuera y un par de pájaros reposados en el techo de la posada.

Humedeció sus labios y se dirigió al nimio camino de piedras que llegaban a la entrada.

Los pájaros empezaron a chillar y silbar, aleteando sus alas fuertemente también producían un sonido muy natural, aunque alerta.

Seung sonrió un poco.

Su bella piel de porcelana era resplandecida por destellos solares. Junto con sus nuevas Cicatrices.

Marcas adornando su piel estratégicamente.

Tocó la puerta, dos veces. Suave y sin prisa.

Juntó sus manos y las entrelazó, se tambaleó un poco esperando a que su llamada fuera atendida. Incluso comenzó a musitar bajo una canción cualquiera.

Pasaban los minutos.

Nada.

Volvió a tocar, esta vez un poco más fuerte.

-¡Mami! -gritó- Sé que estás ahí, ¿me abres?

Dios, su voz sonaba tan malditamente inocua.

Unos escasos segundos después, la puerta fue abierta.

Y unos hermosos ojos marrones se toparon con los suyos.

-Seung, hijo -habló la mujer con un nudo formándose en su garganta. Sonrió falsa.

-¡Hola, mamá! -saludó feliz, chocó con el cuerpo de Hyojin abriéndose paso.
Aún con una sonrisilla, recorrió el pequeño aposento con la mirada. Era simple y suficiente para vivir.

-Es una muy bonita casa, mamá -elogió con los ojos entrecerrados.

Sus regordetes labios soltaron un suspiro relajado. Hyojin mantenía los ojos alertas, sin perderse un solo paso de su hijo.

Oh, su muy bello y envenenado hijo.

Tragó duro y cerró la puerta.

-Gracias, amor. No esperaba tu visita.

Corazón de plomo ; NamJin [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora