Capítulo 5

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Perspectiva de Egan

Canción: Youngblood, 5 Second of Summer.


Han pasado cuatro largos meses desde que la vi por última vez, cuatro putos largos meses. Tuve que encargarle a Anton y a Hiroki que tramitaran todo, yo no podía. Sé que debía matarla, es lo que tenía que hacer, pero no pude, simplemente no pude.

Hiroki estaba muy molesto, pero se calló e hizo todo lo que le pedí y por más que lo presioné para que me revelara donde la había enviado o que me informará sobre su vida, no lo hizo. Solo me decía que estaba bien y segura. Sabía que, si conseguía, aunque fuera la más mínima información, partiría en su búsqueda como un maniaco desquiciado.

La odio, la odio con todo mi corazón, pero a la vez la extraño y me duele todo cuando pienso en ella. Extraño verla bailar, su risa, sus abrazos, su calidez. Extraño incluso que pelee conmigo.

«Joder, como la extraño»

Estoy mi oficina trabajando con los audífonos puestos. Solo logro estar relajado cuando escucho algunas de las canciones que me recuerdan a Marina. Sé que he estado insoportable estos últimos meses, todos huyen de mí. Me he aislado por completo y solo trabajo.

Terminé con las revueltas por completo, las ratas están muertas y todos tiemblan bajo mi mandato, pero aún no le logrado capturar a la rata mayor, Martín. Lo he estado buscando, pero el idiota tiene protección.

Esa ha sido la mayor humillación de mi vida. El muy maldito se me escapo estando en mi propio territorio, en mi jodido país. Debo admitirlo, tenía todo muy bien planeado, en especial la parte del escape. Nunca había visto a Hiroki tan molesto en su vida. Él también fue avergonzado, no fue capaz de mirar a mi padre a la cara durante una semana. Sentía que le falló, cuando realmente el único que falló fui yo. Fui yo quien cayó en la trampa, es su trampa. Fui yo quien se volvió jodidamente débil, pero no se repetirá, nunca más. Ahora ambos estamos desesperados por encontrar a Martín y hacerlo sufrir, pero atraparlo no será tan sencillo.

El negocio de vender mujeres le permitió pactar con muchas personas, todos le deben algo, ya sea dinero, propiedades o vidas. En cuanto huyó, tuvo varias opciones donde pedir asilo y se ha estado ocultando como un cobarde, pero apenas aparezca, lo voy a matar con mis propias manos.

Sé que la guerra está cerca. Muchos enemigos han aprovechado esta oportunidad para formar bandos. Varios apoyan a Martín solo por beneficio, quieren una parte de mi poder, pero yo también he estado en movimiento. Tengo aliados y estoy listo para cuando todo estalle.

Me refriego los ojos agotado. Son las seis de la tarde, pero las horas ya no significan nada para mí. He estado viviendo dentro de mi propio horario. Apenas puedo dormir y cuando lo hago, despierto peor.

Unos golpes en mi puerta llaman mi atención.

—Adelante—digo recostándome en la silla.

—Señor, ya me retiro—anuncia Luna asomando su cabeza.

—Claro.

—¿Necesita algo más?

—Nada, puedes retirarte.

Asiente y vuelve a cerrar la puerta.

Me quedo viendo la computadora y cierro mis ojos con fuerza.

«Sal de mi cabeza»

Puedo ver a Marina bailando en la pérgola, pero ya no es el mismo recuerdo, ahora está mezclado con sus palabras al confesarme que nada fue real, que me engañó, que ella fingía y que solo me quiere muerto.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora