Capítulo 47

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Perspectiva de Marina

Canción: Beautiful Thing, Benson Boone.



Después de despedir a Hiroki, todos los demás volvemos a casa en un enorme avión privado. El viaje es muy agotador, pero estoy feliz de poder volver.

Felipe, Hera y Ana me reciben con entusiasmo. Tienen mucho de cuidado a la hora de tocarme. No quieren herirme por accidente.

Me quedo en la habitación de Egan, la cual han redecorado como si se tratara de una sala de hospital. Todo el día converso con Hera, Hanna y Ana. Felipe y Egan se marchan para trabajar. Intenté que se quedara conmigo o que me dijera que debía hacer, pero no lo hizo. Sé que tiene muchas cosas en mente y preferí no insistir para no ser una carga.

Le conté toda la historia desde el punto de vista de Hiroki a Hanna, pero ella aún no está lista para perdonar. Aun no quiere hablarle, pero ya sabe toda la verdad. Ella sabe que fue Kai quien lo amenazó con hacerle daño si él mostraba interés. Creo que el que Hiroki nunca le dijera de frente que la ama hace que mis palabras sean menos creíbles.

En serio espero que puedan resolver sus asuntos, pero Hanna se muestra muy inflexible. Solo quiere marcharse para no volver nunca más. No quiere saber nada de los Yagami, ni de los Nikolaou y menos de los Ivanov.

Al menos la convencí de quedarse conmigo hasta el final del mes.

Al terminar el día tengo bastante sueño, pero no me duermo hasta que Egan aparece y se desploma a mi lado.

—¿Estás bien?

—Solo muy agotado, ¿y tú?

—Estoy bien. Egan yo quería hablarte. ¿Qué haremos ahora? ¿La guerra será...?

—Solo abrázame. Solo abrázame pajarito. Necesito calmarme en ti.

Asiento con mi cabeza y me abrazo a su pecho.


Así pasan tres semanas. Mi recuperación ya es casi completa, mis músculos vuelven a sentirse fuertes y ya no necesito de analgésicos para enfrentar mi día.

Disfruto de estar junto a Egan, él me llena de su amor, pero cada vez que quiero conocer sus planes y saber qué tal va todo, cambia el tema de conversación. Siento como si no quisiera involucrarme y eso me irrita. Yo quiero ser de ayuda.

—Ya estoy recuperada. Solo es bailar —discuto saliendo del baño.

—Aun no puedes realizar ejercicio físico.

—No haré nada extremo, solo quiero mover mi cuerpo un poco.

—No lo creo.

—Egan, ya va pasar un mes. Estoy bien.

—Quiero cenar contigo —dice descolocándome.

—Pero si cenamos juntos todas las noches.

—Mañana en la noche prepararé algo especial. Solos tú y yo.

Mis mejillas se enrojecen ante la idea.

—¿Me estás pidiendo una cita?

—Sí—asiente sonriéndome con esa sonrisa que me derrite.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora