Capítulo 42 (2da parte)

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Perspectiva de Hiroki.

Canción: Special Z, King Gnu.


«¿De dónde surge esa voz?»

Como si no tuviera control, persigo el sonido hasta toparme con la responsable. Es ella, la chica del cabello de fuego. Canta sobre una pequeña tarima meciendo su cuerpo de un lado a otro, haciendo danzar su cabello en el viento.

Me quedo escuchándola cantar sin poder moverme. Me tiene atrapado, el mundo a mi alrededor ha desaparecido.

«¿Qué me sucede?»

Esa chica es una sirena que atrae a los marinos con su voz, los somete a su hechizo y los controla como si de sus esclavos se trataran. Hoy yo soy su esclavo. Estoy rendido a ella.

            Canta dos canciones y realiza una delicada reverencia

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Canta dos canciones y realiza una delicada reverencia. Se acerca al público mientras las personas sacan sus carteras para entregarle una recompensa por su talento. Ella sonríe tímidamente y baja la mirada al recibir algunas monedas. Ni siquiera me doy cuenta de cuando he sacado algunos billetes de mi bolsillo y los he extendido hacia ella.

No lo comprendo, yo no soy así, yo no bajo la guardia, yo no fallo, pero ella tiene algo que...ella me hace olvidar hasta mi propio nombre.

La veo recopilar todo y agradecer. Luego se voltea y camina entre las personas charlando con algunos de los vendedores.

«Pero que chica...»

—Objetivo localizado—dice Egan a mi lado.

Me toma por sorpresa. Estaba perdido admirándola.

—Voy a abordarla. —Simula disparar un arma con su mano.

—Espera. —Lo corto para que no se le acerque.

—¿Qué? ¿Qué ocurre?

No sé qué decir. Le impedí que se acercara porque no quiero que él hable con ella, solo yo quiero hacerlo, pero no puedo admitirlo delante de Egan. Ella es el seguro, ella es un trabajo, nada más...

«¿¡Pero qué me sucede!?

Me la quedo viendo y noto como desliza hábilmente sus dedos por muñeca de una anciana, arrebatándole un brazalete. Luego se acerca a la pareja de esta y al darle la mano, también le roza la muñeca, desprendiéndolo el reloj. Guarda todo en su bolsillo y se despide con una sonrisa.

—Fíjate, es una ladrona...—murmuro sonriendo—. Una muy buena.

—Tanto como para robarte a ti.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora