Capítulo 19 (Primera Parte)

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Perspectiva de Egan

Canción: Si no estás, Iñigo Quintero.


Al separarme de mis hermanos busco sus ojos y noto que algo no está bien. Marina parece asustada.

«¿Qué sucede pajarito?»

Las luces se apagan y corro hacia ella. Claudio la protege como si fuera una barrera, pero doy dos golpes sobre su hombro para que sepa que soy yo y me abre el paso. Abrazo a Marina mientras ella tiembla sollozando. Sé que por el estrés post traumático su estabilidad emocional se puede venir abajo con gran rapidez. Algo debió alterarla.

—Aquí estoy pajarito, te tengo—digo apegándola a mi pecho.

Las luces vuelven a activarse y ella alza su cabeza para mirarme con esos hermosos ojos que tiene. Limpio sus lágrimas con delicadeza, no quiero verla llorar, no quiero verla sufrir.

—Solo fue un pequeño apagón, todo está bien—aseguro sujetando su rostro entre mis manos.

—Hay un hombre de Martín aquí.

Mis manos abandonan sus mejillas y todos mis instintos se activan

—¿Dónde?

Sus ojos se mueven buscándolo de un lado para el otro.

—Estaba por allá, cerca de la puerta de salida—dice señalando el lugar con su dedo tembloroso.

—Claudio, atento. Código rojo.

Este asiente con su cabeza y yo me giro para avanzar hacia la salida. Mi cuerpo no quiere apartarse de ella, pero sé que la estoy dejando al cuidado de un especialista y por ahora lo más importante es atrapar al idiota que se atrevió a infiltrarse en mis tierras.

Hiroki me sigue de cerca junto a Paul, mi segundo guardaespaldas, y otros tres de mis hombres. El resto permanece junto a Claudio para proteger a las prioridades.

—Hay una rata infiltrada. Marina reconoció a uno de los hombres de Martín. —Comienzo a explicar—. Quiero a todos en quinta formación, estamos en búsqueda de...

Dejo de hablar al ver a mi hermanito.

—¿Qué haces aquí? Se activa el código rojo. Tú tienes que quedarte con Claudio.

—Voy con ustedes.

—No Felipe, vuelve adentro.

—Yo voy con ustedes—repite muy decidido.

Detesto cuando las personas no siguen mis órdenes y Felipe se destaca por nunca hacerme caso. En esta ocasión no puedo permitírselo, no sé qué esté ocurriendo, puede que no sea nada, pero no me arriesgaré a exponerlo.

Voy a ordenarle a Max que lo lleve devuelta, pero me olvido de todo cuando un grafiti sobre la pared llama mi atención, es el dibujo de una rata. Un poco más allá logro entrever otro y sé que debo seguir ese camino para averiguar donde se esconde la rata mayor.

—Max, llévalo adentro—digo empujando a mi hermanito hacia él.

Avanzo siguiendo el camino de las ratas con Hiroki a mi lado. Detrás nos siguen el resto de mis hombres.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora