Capítulo 29

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Perspectiva de Marina

Canción: Shameless, Camila Cabello.

Salgo de la tienda con Hanna cogida de mi brazo. Ambas logramos encontrar los disfraces perfectos. Me siento muy feliz de haber podido pasar tiempo de calidad con mi amiga. Ella lo necesitaba y yo también.

Toda mi felicidad se esfuma al ver a Egan y Hiroki apoyados contra el Mustang. Ambos tienen una expresión de molestia. Desvío mi mirada hacia Claudio, quien se mantiene serio.

«Oh, oh...Creo que me metí en problemas...»

—¿Se puede saber en qué cojones estabas pensando? —Egan se aproxima a mí.

Frunce el ceño y aprieta sus labios. Sé que está molesto y eso me hace sonreír.

—Solo salimos por disfraces para la fiesta de Felipe. No puedes enfadarte, te llamé para avisarte y tú me dijiste que sí.

—Me dijiste que tenías un encargo.

—Sí, un encargo—repito agitando las bolsas en mis manos—, y tú me dijiste que estabas demasiado ocupado como para ayudarme.

—Dijiste que le solicitarías ayuda a los guardias. Jamás me pediste autorización para dejar de la propiedad.

—¿Autorización? ¿Eres mi padre o qué? Además, Claudio está aquí y también Hanna, yo no salí sola y tengo puesta la estúpida tobillera. No tienes motivo para molestarte.

—Claro que me molesto. Me molesto porque me ocultaste información.

Pasa su mano por su cabello cuando ya ha comenzado a marcársele la vena de la frente.

No sé qué sea, pero cuando está molesto me parece muy atractivo. Me gusta hacerlo enfadar.

—Tú no tenías tiempo para hablar, no pude darte los detalles. Estabas ocupado ¿no? —digo alzando mis hombros.

—¿Y por qué tomaron mi auto? —Hiroki habla mirando a Hanna.

—Era el que estaba disponible.

La respuesta de Hanna sale con tanta naturalidad que es imposible no creerle.

—¿El que estaba disponible?

—Sí.

—Tiene tres segundos para darme una buena explicación o...

Hanna solo suspira y sujeta bien mi brazo para seguir avanzado, pero Hiroki es una pared inamovible.

—¿Qué haces? No te atrevas a ignorarme. Estoy hablando contigo.

—Lastima, yo no quiero hablar contigo.

Volvemos a intentar avanzar y ahora Hiroki parece realmente molesto.

—Yo soy tu jefe, cumple con mis órdenes. Ya estoy harto de tu actitud, de la de ambas. Quiero que les quede algo muy en claro—recalca viendo a Hanna y luego a mí —. Si llego a encontrar, aunque sea el más mínimo rallón en la pintura, las dos lo pagarán muy caro. —Señala hacia el Mustang.

—No seas tan dramático. No le hicimos ningún rasguño a tu preciado coche. Déjanos pasar, daremos una vuelta y luego volveremos a la propiedad.

—¡Las dos vuelven ahora! Claudio las llevará devuelta —gruñe Egan.

—Solo daremos una vuelta.

—He dicho que no. Vuelvan a casa. Nosotros llegaremos en unas cuantas horas.

—¿Tienen planes? —pregunto frunciendo los labios.

—Tenemos muchas cosas que hacer y ya estamos bastante retrasados. Tuve que interrumpir todo mi itinerario para venir aquí y asegurarme de que estabas bien.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora