Capítulo 45 ( 1ra parte)

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Perspectiva de Egan

Canción: Death of me, Anton Vic


Ya no me quedan municiones y uso el cartucho de mi arma para arremeter contra Kan Turan. Lo apuñalo unas cinco veces, sediento por su sangre. Cuando finalmente suelto su cuerpo para que caiga sin vida sobre el suelo, la siento abrazarme.

—¡Egan! —Me mira sonriendo.

Me encanta cuando sus ojos me ven de esa forma. Me hacen sentir el hombre más feliz sobre esta puta tierra.

Me giro para cubrirla bajo mi cuerpo.

—Hermano —grita Hiroki arrojándome su katana.

La sujeto con fuerza y me acerco a Martín. Este será el fin, le pondré fin.

—Hasta la próxima vida —digo blandiendo la katana hacia su cuello.

Su cabeza rueda por el piso y una gran sensación de alivio me invade. Me hubiera gustado torturarlo, realmente hacerlo pagar, pero por ahora solo quiero que esto se acabe.

Me giro para poder ir a abrazar a mi Marina, pero al examinar su cuerpo, me percato de la sangre entre sus costillas.

«Ella corrió a salvarme. Ella resultó herida por mi culpa»

Lentamente lleva sus manos hasta su costado y se mira las manos con el ceño fruncido. Sus piernas comienzan a doblarse y corro hacia ella para sostenerla entre mis brazos.

—Egan... —susurra colocándose muy pálida.

—Mierda, no, no, no. Traigan el maletín, ¡ahora! —ordeno nervioso.

No puedo perderla, no puedo. Ella es todo mi maldito mundo.

Llevo mis manos hacia la zona del impacto para frenar la hemorragia, pero sé que es inútil. Necesitamos del jodido maletín.

Marina se queja al sentir mi toque e intenta a apartar mis manos.

—No, tranquila. Lo siento, pero debo hacer presión.

—Egan, yo no mentí. Lo hice por ti, por mi familia. Yo jamás quise herirte —dice con lágrimas corriendo por su rostro.

—No hables. TRAIGAN EL PUTO MALETÍN.

—Escúchame por favor.

Sus ojos intentan traspasarme calma. Me acaricia la mejilla con cariño.

—Mírame.

La miro y tengo tanto miedo que mis manos comienzan a temblar.

—Te amo. Me enamoré de ti mi demonio. Lamento haber tardado tanto tiempo en darme cuenta.

Sujeto su mano entre la mía con fuerza y siento como mis ojos se llenan de lágrimas.

—Tenemos el maletín—informa Hiroki al llegar a mi lado —. Debemos revisarla.

Desgarra parte de su traje y la gira para ver la extensión de la lesión.

—La bala la atravesó.

Quiero actuar. Sé lo que debo hacer, pero mi cuerpo no responde. Hiroki comienza a colocar apósitos y compresas sobre la lesión, mientras mi padre le coloca una intravenosa en su brazo y la monitoriza.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora