Capítulo 9

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Perspectiva de Marina

Canción: The Baddest, K/DA.


Egan se duerme rápidamente sobre mi pecho, mientras yo me mantengo acariciando su corto cabello.

«Extraño tu melena larga y hermosa» pienso sonriendo.

Quizás me excedí con el laxante,  realmente parece agotado. Después de unos minutos se acomoda, pero me mantiene muy cerca de su cuerpo, pasando un brazo por mi cintura. Quiero separarme un poco de él, el calor de su cuerpo me sofoca, pero solo su brazo pesa una tonelada para mí.

Después de varios intentos, me rindo y me quedo admirando su rostro. Lo miro dormir por horas.

«¿Por qué me siento tan calmada si he vuelto a su lado?»

A pesar de tener esta agradable sensación, sé que no lograré dormir nada esta noche. El insomnio es inquebrantable. Espero que Hiroki solo bromeara con eso de ir a entrenar a las cinco de mañana.

Casi en la madrugada logro que Egan me libere para poder ir al baño. Había olvidado lo que es dormir a su lado, el calor que expele su cuerpo, como me apretuja entre sus brazos o como me aplasta con sus piernas al pasarlas por sobre mi cuerpo. Por alguna loca razón me hace feliz el saber que él puede dormir con tanta soltura a mi lado.

En el baño refresco mi rostro y al secar mis manos, mis ojos se mueven hacia la estantería. Allí tengo todo el maquillaje y rápidamente la idea cruza mi cabeza, no puedo desaprovechar una oportunidad así. Cojo un lápiz de ojo antes de volver a la habitación. Me acerco a Egan de forma sigilosa y dibujo sobre la piel de su rostro dos cuernos de demonio y escribo "Cuidado: Demonio en adiestramiento".

—Perfecto.

Guardo el lápiz y el sueño al fin se hace presente. Me acomodo a su lado para dormir, pero una hora después despierto con un golpe eléctrico azotando mi tobillo. 

—Auu auu —lloriqueo retorciéndome.

Egan se incorpora de golpe y cubre mi cuerpo con su brazo. Sus ojos van directamente hacia la puerta y luego hacia las ventanas, como si esperara encontrar a alguien. Puedo notarlo, en sus ojos hay algo similar miedo.

«¿Por qué tiene miedo?»

Cuando no encuentra a nadie, se vuelve hacia mí.

—¿Qué te sucede? ¿Dónde te duele? —pregunta destapándome y recorriéndome con sus ojos.

—Es la tobillera. Se activó.

—Joder, fue un sueño—dice suspirando y volviendo a recostarse sobre la cama. Se cubre el rostro con una mano—. Es Hiroki, te dijo que debías estar a las cinco en el gimnasio.

—¿No era broma? —pregunto aliviada cuando los choques eléctricos se frenan.

—Ya vez que no. Apresúrate, no tiene mucha paciencia. —Vuelve a acomodarse en la cama para seguir durmiendo.

—Pero es muy temprano y debe estar helando afuera.

—Entonces abrígate—responde con el rostro hundido en la almohada.

—Pero...

—Marina, no va a parar hasta que vayas.

Los impulsos eléctricos se activan y confirman sus palabras. Corro hacia el baño para alistarme, tomándome  solo cinco minutos todo el proceso.

—Estoy lista—informo de pie en la puerta.

—Ve—gruñe Egan con pereza.

—¿No vienes conmigo?

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora