Capítulo 24 (2da parte)

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Perspectiva de Hanna.

Canción: Fighter, Christina Aguilera. 


Me quedo en la misma posición por varios minutos, sin poder desprenderme de esta sensación de bochorno.

—¿Estás sola?

Escucho la voz de Oliver

—Sí.

—Joder, creí que me mataría. Yagami es aterrador.

Oliver me mira curioso mientras se acerca a mí. Mi corazón aun retumba dentro de mi pecho.

—¿Estás bien?

—Sí...eso creo—. Pestañeo varias veces para frenar esta extraña sensación.

—Bueno, al parecer el jefe ya se marcha, pero volverá el próximo mes.

—Lo sé, yo... me va trasladar, solo me queda un mes.

La decepción se hace presente en los ojos de Oliver.

—¿Tan pronto? ¿Te dijo el por qué?

—No, él... ya sabes cómo es, no me dio ninguna explicación.

—¿Y te dijo a dónde irías?

Niego con mi cabeza.

—Esto es muy frustrante. Solo me traslada de un lugar a otro como si fuera equipaje.

—No quiero que te vayas...—susurra Oliver.

Me gusta su forma de mirarme, pero no provoca en mí ese cosquilleo que si logran provocar sus ojos.

—Podemos seguir en contacto, no te pongas triste o yo también lo haré.

Suspira regalándome una sonrisa.

—Si solo nos queda un mes, entonces vamos a aprovecharlo. Vamos a divertirnos, nada de entrenamientos ni investigación.

—¿Y tu trabajo?

—Los demás me pueden cubrirme. Tú y yo solo vamos a disfrutar. Es hora de unas vacaciones.

—Me gusta cómo suena eso.

Oliver cumple con su palabra y nos pasamos todos los días solo disfrutando. Salimos a ver peliculas, pasear por el parque, a comer a restaurantes e incluso realizamos una pequeña escapada a la playa. Desde hace tiempo que me ha estado enseñando a conducir la motocicleta y ahora ya se me da bastante bien.

—Esto fue una mala idea, ahora te extrañaré aún más—digo caminando por la costa mientras saboreo un helado.

—Esa era la idea.

Oliver me observa deslizando su lengua por su helado. Debo mirar hacia otro lado cuando mis mejillas se encienden.

Sé que dije que ese chico no provocaba nada en mí, pero vamos, hemos pasado todo el mes juntos y no está para nada mal físicamente. Es normal que comience a verlo con otros ojos.

Recorro su cuerpo trabajado, detallando como se marcan sus músculos a través de su camisa.

—¿Qué tal tu helado?

—Delicioso—digo limpiando mis labios con mi lengua.

—¿Puedo probar?

—Claro. —Le extiendo mi cono.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora