Capítulo 34

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Perspectiva de Marina

Canción: Grenade, Bruno Mars.


Me despierto sobresalta. Todo está oscuro, pero logro distinguir a Griffin durmiendo sobre el sofá. Reviso el reloj y solo han pasado dos horas desde que llegamos. Intento apartar los brazos de Hanna con delicadeza, pero esta abre sus ojos ante el mínimo roce.

—Tranquila—susurro para que no despierte a Griffin.

—¿Volvieron?

Niego con mi cabeza.

—No lo creo. Griffin se durmió.

Hanna lo mira y coloca sus ojos en blanco.

—Vaya guardaespaldas.

—Debe de estar agotado, no seas así.

Unos toques en la puerta nos colocan a todos en alerta. Griffin se levanta de un solo salto.

—Mari, soy yo. ¿Puedo pasar? —Se escucha la voz de Felipe tras la puerta.

—Pasa.

Griffin abre la puerta con su arma al descubierto.

—¡Hey! Tranquilo tigre, que soy yo—dice Felipe alzando sus manos.

Corro para ir a abrazarlo.

—Tardaste demasiado.

—Ya estoy de vuelta. Todo está bien.

—¿Egan y Hiroki?

—Necesitan arreglar un par de cosas, pero en unas horas estarán por acá.

—Bien, que alivio.

Termino por convencer a Felipe de traer su colchón y dormir con nosotras. Los necesito a todos cerca para poder descansar tranquila.

Sueño con Egan, está frente a mí. Me declaro a él, le entrego mi corazón, le expongo todos mis sentimientos, pero él solo me observa muy serio, sin responder.

—Marina, Marina.

Hanna me da pequeños toques en mis brazos.

—¿Qué pasa?

Al abrir mis ojos la angustia del sueño desaparece.

—Disculpa, creí que tenías una pesadilla, te estabas moviendo mucho.

—Sí, solo fue...solo era un sueño—admito frotándome los parpados avergonzada.

Me alzo en la cama y en el colchón sobre el piso veo a Felipe descansar desparramado. Definitivamente no parece estar preocupado.

—¿Y Griffin? —pregunto al ya no encontrarlo durmiendo en el sofá.

—Fue a desayunar —informa Hanna—. Le dije que nosotros iríamos en cuanto despertaran.

—¿Se sabe algo más de ellos?

—Nada.

Ambas nos volvemos hacia Felipe cuando el timbre de su teléfono comienza a sonar. Pipe despierta y lo atiende de forma apresurada.

—¿Sí? — dice al contestar la llamada.

Inmediatamente su rostro se coloca muy serio. Asiente con su cabeza sin decir ni una sola palabra. Comienzo a sentirme nerviosa cuando alza su rostro y enfrenta sus ojos con los míos. Me ve de una forma muy extraña.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora