Perspectiva de Egan
Canción: Horns, Bryce Fox.
Grito y maldigo no sé por cuanto tiempo. Estoy recostado sobre la alfombra mirando al techo, sintiéndome totalmente perdido.
«¿Qué estás haciendo?» me pregunto a la vez que golpeo mi frente con mi puño.
Tengo un lio en la cabeza, todo es muy confuso. La odio tanto como la deseo. Es extraño que, a pesar de todo lo ocurrido, yo aún mantenga este sentimiento tan potente por ella.
«¿Qué me hiciste pajarito?»
Me quedo en la misma posición, meditando sobre qué debería hacer. Quiero ir tras Marina y exigirle una explicación, que hablemos y aclaremos todo, pero la verdad es que me da miedo, temo que vuelva a hablarme esa forma, tan fría. Fui un cobarde, le dije cosas que no sentía, la ataqué y la aparté antes que ella pudiera volver a herirme.
«¿Por qué siempre hago todo mal contigo?»
Quiero ahogarme en mi miseria y no hacer absolutamente nada, pero el constante vibrar de mi teléfono comienza a molestarme. Cuando se vuelve verdaderamente insoportable, atiendo la llamada.
—Luna—contesto sin ánimos.
—Lamento molestarlo señor, pero no ha llegado a la oficina y el señor Hiroki se marchó a la clínica. Hay varias reuniones programadas para el día de hoy, además algunos de los socios han estado llamando para conocer su respuesta ante el nuevo plan piloto.
Me froto la cien con la mano derecha. Inicié muchos nuevos proyectos para mantener mi mente ocupada y ahora me pasan la cuenta.
—Resolveré todo desde casa. Envíame lo urgente al correo y en unos minutos te haré llegar toda la planificación. —Corto la llamada antes que Luna pueda responderme.
Debo agradecer que sea tan buena es su trabajo. Ha logrado manejar toda la sobrecarga laboral que le he impuesto durante estos meses. Debo otorgarle vacaciones y una buena compensación económica.
Suspiro cerrando mis ojos y solo puedo ver a Marina, sus palabras vuelven a reproducirse en mi mente. Sacudo mi cabeza para despejarme. Me coloco en pie arrastrando los pies y me fuerzo a llegar hasta la biblioteca. Me siento tras el escritorio y me dispongo a lidiar con los temas de la empresa. Quiero conversar con Marina, pero por como quedaron las cosas, creo que lo mejor será otorgarle un poco de espacio. Trabajo escuchando música y verificando su posición dentro de la casa.
A las tres horas tengo todo resuelto y cierro la computadora para bajar a la cocina. Le dije a Ana que podía irse y ahora alguien más debe preparar el almuerzo. Antes de cruzar la puerta, escucho ruidos provenientes del interior y al abrir, me encuentro con Marina cocinando o al menos eso podría decirse que hace.
—¿Qué haces? —pregunto sobresaltándola.
Tiene la cocina hecha un desastre, todo a su alrededor parece que fue azotado por un huracán.
—¡Joder! —exclama asustada —. Estoy preparando la comida.
Sobre la encimera no queda ni un espacio libre. Hay verduras, frutas, cascaras de huevos y líquidos extraños repartidos.
—Ya —digo inspeccionando todo a mi alrededor—. Creía que no sabías cocinar.
Volteo un sartén que tiene algo carbonizado en su interior.
—Dije que no era mi habilidad, no que no supiera—responde cabreada, arrebatándome la sartén.
—Quizás si le agregamos una salsa el sabor a carbón pase desapercibido—digo para hacerla reír, pero ni una sonrisa se dibuja en su rostro.
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El Demonio que Deseo
RomanceSegunda Parte "El Demonio que Odio" ¿Qué será más fuerte, el odio por el fuerte dolor de la traición o la llama del deseo ? Marina ha recuperado su libertad, o eso es lo que parece, porque las garras del demonio aun están en su piel. Él se lo dijo...