Perspectiva de Marina
Canción: Shadow Preachers, Zella Day.
Vuelvo a humedecer la toalla y la coloco sobre la frente de Egan. Él duerme tranquilamente, mientras yo lo cuido como si se tratara de mi tesoro más preciado. Me quedo acariciando su cabello hasta que me percato que ya son pasadas las cinco de la tarde.
«Hanna...»
No quiero apartarme de su lado, pero solo será un momento. Me urge conversar con Hanna, quizás ella pueda ayudarme a resolver el rompe cabezas dentro de mi cerebro.
Me deslizo por la cama con extremo cuidado de no despertarlo y cierro la puerta sin hacer ruido. Me dirijo hacia la casa de Hiroki tratando de poner mis ideas en orden. Tenía todo muy claro cuando charlamos en la playa, pero ahora todo vuelve a estar muy revuelto.
Aun perdida en mis pensamientos me adentro en la sala de estar. No veo a Hanna, pero escucho ruidos provenientes de la cocina. Me dirijo a esta y al abrir la puerta, realmente no estaba preparada para lo que vi.
Me paralizo al encontrarme con Hanna sentada sobre el mesón con Hiroki entre sus piernas. Tienen sexo fogoso mientras ambos se besan con pasión. No me notan, ellos están en su mundo y sé que debería decir algo, cerrar los ojos, voltearme o retirarme, cualquier cosa menos quedarme viendo, pero no puedo reaccionar.
—Perdón—logro articular después de unos segundos.
Cierro la puerta y me quedo detrás de esta muy avergonzada.
—¿Qué rayos haces aquí? —gruñe Hiroki con la voz agitada—. ¿Le sucedió algo a Egan?
—No, él está bien. Perdón, solo venía a ver qué tal estaba Hanna—respondo comenzando a reír—. Por lo que veo está muy bien.
—¡Marina! —grita Hanna.
—Me voy, lamento interrumpir—digo saliendo de la casa a paso apresurado.
Regreso carcajeándome.
«¡Qué vergüenza, me muero! Hanna me tendrá que contar todo»
Antes de subir al segundo piso para volver con mi demonio, Ana me da aviso que la cena estará lista en solo una hora.
—Muchas gracias Ana.
—¿Qué tal sigue?
—Vuelve a tener fiebre, pero ya le di medicina.
—Bien, cuídalo mucho Marina.
Su forma de decirlo fue casi como una amenaza, pero sus ojos se ven cálidos.
Asiento con mi cabeza y me dirijo escaleras arriba. Al pasar por fuera de la habitación de Felipe escucho voces y risas.
«¿No fue a trabajar?» me pregunto abriendo la puerta.
Nuevamente me quedo paralizada. Esto de abrir puerta se me está dando fatal. Felipe se está besando con una chica, ambos recostados sobre la cama. Él va sin camiseta y la chica tiene puesto un uniforme de animadora.
Carraspeo muy fuerte mi garganta para hacer notar mi presencia.
«¿Cómo se atreve a encerrarse con una chica en su habitación?»
Felipe se separa del cuerpo de la animadora y me mira con una ceja alzada.
—¿Sí? —pregunta con altanería.
«¿Te haces el duro frente a esta chica?»
—Hola, soy Marina. Creo que no nos han presentado—digo hacia la chica mientras me acerco.
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El Demonio que Deseo
RomanceSegunda Parte "El Demonio que Odio" ¿Qué será más fuerte, el odio por el fuerte dolor de la traición o la llama del deseo ? Marina ha recuperado su libertad, o eso es lo que parece, porque las garras del demonio aun están en su piel. Él se lo dijo...