Capítulo 14

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Perspectiva de Egan

Canción: Daylight, David Kushner.


Llego con Marina hasta mi habitación y la recuesto sobre la cama. Me duele la polla, esta erección es muy intensa. Voy al baño y bebo un poco de agua para luego llevarle un vaso a Marina. Ella lo bebe sin abrir sus ojos mientras su respiración sigue agitada. Le quito el vaso cuando ha terminado y vuelvo a colocarme sobre ella. La beso lentamente, con cariño, pasando mis manos por su cuerpo.

—Dios, como me encanta que hagas eso—dice cuando restriego mi nariz sobre la suya—. Adoro esto.

Sus palabras me duelen. Es extraño, son cálidas, pero duelen.

La giro, dejándola a ella sobre mi cuerpo. La penetro mientras nuestros labios bailan juntos. Marina mueve sus caderas lentamente, disfrutando del momento. La sujeto del rostro y ambos conectamos nuestros ojos. Mantiene sus labios levemente abiertos mientras gime.

Me duele el pecho, porque sé lo que está pasando ahora, yo no estoy teniendo sexo con esta chica, estoy haciendo el amor. Ella me envuelve, me hechiza y me convierte en otro hombre. Se siente tan bien, pero a la vez es muy doloroso. Me quema por dentro.

Marina aumenta la velocidad del movimiento de sus caderas de una forma exquisita. La sujeto de la espalda para que se recueste sobre mí. Me entierro en ella con fuerza para ahogar el dolor. Recibimos el orgasmo al mismo tiempo, ambos gruñendo y gimiendo.

—Tú eres mío y yo soy tuya —susurra en mi oído.

Algo se remueve en mí, siento una electricidad y debo apartarla. Me giro para bajarla de mi cuerpo sin ninguna delicadeza.

—Auu, bruto —se queja con diversión en los ojos.

No sé qué me pasa, pero tenía que apartarla. Estoy cayendo nuevamente, ella se apoderará de mí y me volveré débil. Ella me volverá a engañar y me destrozará.

«No puedo, no puedo permitirlo»

—Esto solo fue sexo.

—¿Qué?

Ya no hay diversión, parece confusa.

—Recuerda, tú me odias y yo te odio a ti, esto no cambia nada. Solo te necesitaba para que te hicieras cargo del trabajo sucio, yo aún quiero destrozarte.

Puedo ver la sorpresa y el dolor pasar por sus ojos.

—¿Es en serio, esto solo fue... sexo para ti?

—Solo sexo, para demostrarte que puedo tenerte cuando se me antoje. No hay más que odio entre nosotros.

—Eres un...—Se queda sin palabras y niega con su cabeza—. Tienes un segundo para arrepentirte de tus palabras.

No respondo, solo la miro.

—Bien, solo fue sexo —susurra mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Cubre su cuerpo con las sábanas.

—Vete. Mañana pediré que te lleven la pastilla, no me coloqué un condón.

—Añade antibióticos, quien sabe que enfermedades tengas —ruge con los ojos llorosos.

Siempre me cuido y uso condón. Solo con ella no lo he hecho.

Marina se levanta con la sábana cubriendo su cuerpo. Casi tropieza, pero se vuelve a levantar rápidamente. Al ver su espalda detallo mis iniciales en ella y cierro mis ojos con fuerza.

Se retira cerrando de un portazo. En cuanto lo hace grito y jalo de mi cabello. No me entiendo a mí mismo, una parte de mí quiere dañarla, hacerla pagar por todo lo que me hizo, pero otra parte me desprecia por hacerla llorar, por el daño que le he provocado.

El Demonio que DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora