Perspectiva de Egan.
Canción: Si no estás, Iñigo Quintero.
Todas las posibilidades pasan por mi cabeza. Mi mente me muestra mi pesadilla recurrente, Martín haciéndole daño, ella gritando y yo sin poder hacer nada.
—Señor, las cámaras de seguridad la captaron saliendo por una de las escotillas.
«¿Cómo?»
—¿Iba sola? —pregunto colocando el teléfono en altavoz para que Hiroki también pueda oír —. Marina no está. Encontraron la tobillera en su cuarto— lo pongo al tanto.
—Sí señor. En las imágenes se le ve salir por la escotilla y caminar sin compañía.
—¿Por cuál escotilla salió? —interroga Hiroki acercándose a la mesa.
—Por la salida norte 1.
«¿¡Qué!? Esa es la salida desde la casa de Hiroki»
—¿Cómo? —decimos ambos al mismo tiempo.
—¿Le dijiste cómo salir? —me pregunta Hiroki frunciendo el ceño.
—No, ¿y tú?
—Claro que no. Escucha, dile a Paul que me envíe las imágenes de las cámaras de seguridad para saber cómo iba vestida. Vamos a alertar a la policía, solo a los detectives de confianza. Sigan revisando las cámaras y los alrededores.
—Usen a mis perros, ellos conocen muy bien su olor —añado antes de cortar la llamada.
Me quedo viendo hacia el frente sin saber que pensar. Busco el teléfono de Marina y le marco, pero convenientemente está apagado.
Golpeo el escritorio con mi puño.
—¡JODER! ¿Por qué me hace esto? Le dije que me esperara, mierda —grito furioso.
—¿Crees que simplemente quiso salir?
—Esta mañana se mostró muy insistente en querer salir.
—¿Por qué?
—Dijo que era un día importante para ella.
—¿Importante? ¿Qué tiene de especial este día?
—No lo sé, no me lo dijo.
—¿Y no le preguntaste?
—Joder, si le pregunté, pero acordamos que me esperaría. No entiendo cómo pudo salir.
Repasamos las imágenes de la cámara de seguridad viendo como Marina corre fuera de la escotilla.
—Algo no está bien. Tenemos que encontrarla cuanto antes.
—No tiene a donde ir, la encontraremos—afirma Hiroki escribiendo en su teléfono—. Lo esencial es averiguar, ¿cómo supo cómo salir y por qué lo hizo?
Abandono mi oficina junto a mi amigo después de coordinar la búsqueda de Marina. Pasan una hora y aún no hay rastro de ella.
Debo quitarme la corbata y aflojar los botones de mi camisa. Mis manos sudan por el nerviosismo.
«¿Dónde estás? ¿Por qué me haces esto pajarito?»
Estamos revisando las cámaras de seguridad de la ciudad desde la oficina gubernamental. Pudimos seguirle el rastro, pero a mitad del trayecto camina por callejones que no captan las cámaras.
ESTÁS LEYENDO
El Demonio que Deseo
Lãng mạnSegunda Parte "El Demonio que Odio" ¿Qué será más fuerte, el odio por el fuerte dolor de la traición o la llama del deseo ? Marina ha recuperado su libertad, o eso es lo que parece, porque las garras del demonio aun están en su piel. Él se lo dijo...