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Nueve años más tarde.

Maggie se encontraba mirando la hora del reloj de oro que está en la pared del frente, para ella parecía que la hora nunca avanzará y eso le desesperaba.

—Señorita Wood ¿se encuentra bien?— una voz la hizo despegar su vista del reloj y volviera al salón.

—Claro que si señor Snow — ella le sonrió a lo que este asintió con la cabeza.

Odiaba tanto esa fiesta, pero llevaba asintiendo a ella desde que tenía quince años. Nunca podías negar la invitación a esta fiesta, siempre se asistía.

—¿Estás bien?— le pregunto en un susurro su mejor amiga Mini quien se encontraba sentada junto a ella.

Estaban sentadas con unas veinte personas más en una mesa redonda que estaba repleta de comida. A la gente del distrito le encantaba comer y asistir a una buena fiesta.

El presidente Snow solía realizar esta fiesta todos los años, invitaba a los tributos vencedores del Capitolio para celebrar los héroes que eran para ellos. A esta fiesta no solamente asistían los tribunos sino que también la gente más importante del Capitolio. Esta celebración se dividía en dos días, en el primero asistían la mitad de los vencedores y a la segunda la otra.

—Increíble que hoy tengamos en esta mesa a las joyas de Panem como la señorita Wood y la señorita Fruckton — dijo Don Patrick, uno de los hombres con más dinero en Panem.

—Brindemos por nuestras más grandes joyas de Panem, por hacernos sentir orgullosos —el señor Snow alzó su copa y todos en el lugar lo hicieron—Ahora pasemos al salón.

A Maggie le causaba repulsión todo aquello, que las consideraran objetos más que personas. No entendía porque su mamá era tan firme y fría, pero ahora lo entendía completamente.

Todos los invitados se pusieron de pie, incluyendo ellas. Mimi le dio una mirada a su amiga, ella estaba igual de incómoda. Las dos traías puesto dos vestidos muy elegantes, el de Maggie era rojo y largo, en cambio el de Mimi era negro con transparencias.

Al pasar al gran salón solo habían músicos tocando y unos avox sirviendo bebidas, odiaba interactuar con la gente que asistía a esta fiesta, solo quiero a marcharse. Su grupo de amigos era demasiado íntimo, además su madre le enseñó que nunca confiará en todo el mundo.

—No espero la hora de irme de aquí— le dijo entre dientes a su amiga.

—Yo no puedo, tengo que encontrarme con Don después—dijo Mini, la imagen qué pasó por la gente de Maggie era desagradable—Que suerte que tú madre no asista a estas fiestas.

—Si, que suerte la de ella — dijo Maggie para enseguida llevarse la copa de champaña a la boca.

Su madre hace años que ya no venía a estos eventos, pero el Capitolio seguía considerándola un héroe, especialmente Snow. Al pasar los años dejan de verte como un símbolo de belleza, pero su madre todavía seguía siéndolo para el lugar.

—No puedo creer lo de los amantes del distrito 12 — dice Mini mirándola—Ojalá hubiera ganado con Damon.

Se refería a su compañero de academia, cuando pequeña ella estaba enamorada de él.

—Tengo un presentimiento raro con los del doce —a Maggie nunca le había pasado eso—Es como si...

—Buenas noches señoritas — apareció frente a ellas Thomas Trompson.

Thomas Trompson era hijo de uno de los mayores de Panem, era un par de años mayor que Maggie. Su padre ya estaba a punto de morir y eso significaría que Thomas heredaría toda la fortuna.

—Buenas noches señor Trompson — lo saludo Mini –Es un gusto volver a verlo.

—El gusto también es mío, Mini — le sonrió mientras tenía una copa en su mano —Hola Maggie.

—Hola — ella solo lo miro, él traía un lindo traje negro y su cabello despeinado.

—Ya es hora que nos vayamos — dijo él, ella sabía a lo que se refería, solía encontrarse con él varios días a la semana.

—Okey — ella asintió con la cabeza, pasó junto a ella un avox y dejó su copa en la bandeja de este.

—Adiós Margaret — le dijo su amiga para luego mirarlo a él —Adiós señor Trompson.

Maggie y Thomas caminaron por el gran salón, mientras lo hacían el hombre pasó su mano por la espalda baja de la chica para poder guiarla, sabía que Snow los estaba observando. Los dos salieron del salón y abandonaron la mansión del presidente.

En las afueras los estaba esperando un lindo auto negro, él le abrió la puerta y luego subió. Todo el viaje fue en silencio, ella solo observaba por la ventanilla. El auto se detuvo en el hotel Plaza, los dos bajaron del auto y entraron al lugar, en la puerta un avox le entregó una llave a él.

Maggie sabía que cuarto era, iban siempre al mismo cuarto. Subieron por el ascensor y llegaron a la puerta, Thomas abrió y entraron rápidamente.

—Hola Maggie — le sonrió él cuando ya había cerrado la puerta.

—Hola Tommy — le sonrió ella para luego abrazarlo —Ya quería irme de ese lugar.

—Lo note en tu rostro— le dijo él mientras se separaron —Yo también quería ¿que quieres comer?.

—Lo de siempre — ella se quitó los tacones negros mientras los arrojaba a un lado de la habitación.

Maggie se arrojó en la gran cama del cuarto, era la suite más cara de todo en hotel. Tommy era la mejor persona que había conocido en el Capitolio, nunca había conocido a alguien como él.

—¿En que piensas Maggie?—le pregunto Tommy al verla recostada observando el techo de la habitación.

—Ayer soñé con Caleb—ella lo miro.

Se refería al chico que la había acompañado en sus juegos.

Gods & Monsters  ||| Finick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora