CAPÍTULO 8

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Vuelvo a tus brazos.

Alessia.

Las horas de sueño se me hacen eternas pero un ruido de una carretilla resonando por el suelo me despierta. Abro los ojos y veo que sigo en la inmensa habitación de Caesar. ¿Qué pasó?

Trato de moverme pero se me sale un chillido de dolor al intentarlo. Traigo una camiseta gigante y más nada.

Me duele demasiado el entrepiernas. Muevo la cabeza y me encuentro con Fiorella que trajo la comida.

—¿Fiorella? —me quejo adolorida —¿Qué me pasó?

Ella se acerca y me ve riéndose un poco pero con un toque de amabilidad, ella me cae muy bien.

—Hola señorita Alessia... Pues lo que me dijeron es que usted tuvo un leve desgarre por el señor Grey y se desmayó. Necesito que se tome estas pastillas.

«Genial ¡Se lo dije!»

Me las ofrece y hago mi mejor esfuerzo para sentarme. Me las tomo y busco mi celular.

—¿Sabe dónde está él? —Pregunto y niega.

—¿Necesita algo más? —niego y ella se retira lentamente con el perrito quien me observa con curiosidad — Si lo necesita, llámeme con ese botón que está en la mesa.

Sonrió en forma de agradecimiento y se va.

Con el celular en mis manos pienso seriamente si debería llamarlo. Es mi estúpido jefe, no mi amante ni nada por el estilo.

Llamo a Marcus y me contesta de una.

—Hola cariño.. —trato de no sonar adolorida.

—Hola amor ¿Cómo está todo? —pregunta y no sé que decir la verdad

—Pues aquí, tengo un dolorcito de cabeza. —miento, soy la mayor descarada de todas.

«Me iré al infierno..»

—Yo igual amor, espero vernos pronto.

Después de un rato de hablar cuelgo porque escucho paso bruscos acercarse a la habitación señalando que alguien viene.

Abren la puerta con rabia y veo a un pelinegro malhumorado y sudado, como si quisiese matar a alguien. Se ve muy sexy con el pelo húmedo sobre sus cejas, una camisa negra y una chaqueta de cuero.

Se tambalea un poco y veo que está también un poco ebrio, él me ve por unos segundos y se va hacia la cama donde cae estrellando la cara en el suave colchón blanco.

—¿Está todo bien? —pregunto preocupada, no se mueve y creo que le dió un coma etílico.

Me muevo con todas mis fuerzas y ya no me duele tanto por las pastillas que tomé. Trato de tomarle el pulso y está súper lento.

Levanta la cara y me ve.. es como si estuviese drogado porque se queda detallándome.

—Caes..

Se levanta de una de la cama y se quita la chaqueta y la camisa, dejando a mi vista a ver sus perfectos pectorales y músculos gigantes.

Después va hacia donde estoy y se sube encima de mí para besarme apasionadamente y meterme la lengua hasta la garganta sin piedad.

Mi coño lo anhela pero es que así haya tomado pastillas me sigue doliendo demasiado.

—Abre.. —dice susurrando cuando intenta meter su mano en mi entrepierna.

—No.. No puedo Caesar.

PASIONES ENCUBIERTAS [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora