CAPÍTULO 15

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La vida del gobernante.

Caesar.

Mi cabeza amenaza con explotar, no soy celoso y mucho menos con ella que es pasajera pero que ese pedazo de idiota se haya querido pasar de la raya me enoja tanto y más que Alessia se haya ido con puros hombres a quien sabe donde.

Voy a las duchas y le dejo un tranquilo mensaje.

¿Donde mierda estás?

El agua fría me relaja los músculos y las ganas de matar pero recuerdo la cara de ese idiota y se me va el alivio.

Escucho una puerta y frunzo el ceño, nadie entra cuando estoy acá, de fondo se escuchan unos tacones y me coloco la toalla en la cintura.

—Hola.. —la rubia entra y yo enarco una ceja.

—¿Que haces acá? —la veo despectivamente.

—Te vi malhumorado, pensaba que.. podría relajarte un poco.

Me rozo la cien en busca de paciencia y me voy hacia donde está mi ropa.

—Si no te he llamado es porque no te quiero.

—No tienes porque ser una piedra conmigo, estoy sola, mis amigas se fueron y los chicos se fueron con Monroe a comer.

—¿Y qué se supone que haga? —digo restándole importancia.

—Solo estoy aburrida y cansada, no sabes lo fastidioso que es escuchar a los chicos hablar de esa chica, puras morbosidades.

La mandíbula se me tensa y la saliva se me vuelve amarga.

—Pero bue, eso no le tiene porque importar. Solo quiero complacerlo como siempre. Sé que dentro de esos grandes músculos y máscara de indiferencia existe alguien más... suave.

—No existe tal lado suave y de tenerlo sin duda no lo sacaría contigo. —replico desinteresado.

Se acerca y llega a mi lado, pasando la mano por mi espalda húmeda pero la aparto con asco.

—¡No me toques joder! Te he dicho que detesto el maldito contacto físico, solo en el sexo podría permitirlo y cuando me apetezca.

—Entonces follemos...

Da unos pasos hacia atrás quitándose la camisa dejando sus pechos al aire. Ruedo los ojos porque desde que vi esas areolas rosadas en los pechos de la glotona ya nada me sorprende.

—¿Puedes dejar de regalarte como una puta?

—Puedo ser la suya si me lo permite. Sabe lo bien que lo pasamos mi general.

Esta conversación no se ha vuelto más que estresante así que le doy la espalda tomando mi ropa y colocándomela.

—Me estás hartando Irina, cuando sienta que quiera tu presencia te llamaré, fuera de eso aléjate de mi.

No pone una buena cara y se da por vencida colocándose la camisa de nuevo.

Me largo del baño y es que estoy hastiado hasta la médula, con lo que me dijo la rubia y que Alessia no me conteste los mensajes me quiere dar una migraña.

Me voy a la Villa Magnolia, una de mis propiedades donde consigo una paz increíble.

Llego pero estoy ansioso ya que la estúpida sigue sin responderme los mensajes. «¿Y si pasó algo?»

No sé... no me da tranquilidad saber que se fue con ese montón de hombres y más con el incidente que tuvo la otra vez, espero que hayan mujeres donde sea que esté.

PASIONES ENCUBIERTAS [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora