CAPÍTULO 24 «2»

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Buenos momentos.

Jueves. Montecarlo, Mónaco 2018.

Alessia.

Ayer miércoles fue un día completo de resaca y recuperación por la fiesta del martes que a todos nos dejó estropeados, cada quien descansó a su manera y la mía fue quedarme con Caesar.

«Aunque eso yo no lo llamaría descansar..»

Pero por suerte ya estoy empezando a resistir más a esos polvos agresivos.

Cuando estábamos en su cama y me salvo, cuido y dijo esas cosas sentí esa sensación extraña que Verónica me había explicado la otra vez, tal vez...«¿Un click? no lo sé..»

La verdad no quiero pensar en absolutamente nada de eso porque sé que si lo hago no me voy a detener y empezaré a llegar a conclusiones que nada que ver.

Ahora las chicas y yo estamos en la orilla de la playa cristalina tomando el candente sol mientras los chicos practican piruetas y hacen cosas raras que podrían poner en riesgo su vida. Por eso viven menos tiempo que nosotras.

Llevo puesto un bikini color verde puro que hace juego con mis ojos, me aplique bastante protector porque después las piel me arderá de formas nada agradable pero parece no funcionar. El resplandor del sol se refleja potentemente en nuestros cuerpos haciendo que vea cómo la piel se me empieza a tornar rosácea.

Momentos después que los chicos acabaron, se acerca Henry cayendo agotado en las piernas de Camile.

—No sean aburridas y vayan a refrescarse un rato.—nos dice él—Aunque ahorita viene un yate que pedimos.

—¿Yate?—pregunta Camile.

—Sí y motos de agua.—agrega—No hay que desaprovechar el tiempo.

Todas nos emocionamos al ver el gigante yate de color blanco que se acerca a la orilla y los hombres empiezan a nadar hasta el como en competencia. Cierto gruñón no está y ni lo he visto hoy.

¿Y el general? No lo vi haciendo pendejadas con ustedes.—le pregunta Veronica a Henry cuando nos levantamos en dirección al yate a través del agua cristalina.

—Creo que está descansando en el barco, anda con una jaqueca de pocos amigos.

Seguimos pasando por la fría agua que me hace relajar los músculos y refrescar la piel insolada dejándome como camarón.

Los chicos que ya están arriba nos ayudan a subir y la vista a dirección del hotel es maravillosa, se ve todo a la perfección dejándonos boquiabiertas.

—¡Qué belleza!—exclama Verónica.

Vemos como se acercan Irina y Melissa junto con otras mujeres que jamás había visto pero no les doy importancia, mientras más ignore las insignificantes presencias de mis compañeras mejor para mí. No tenía nada en contra de la pelirroja pero no me pareció que se haya aprovechado de mi estado ayer; se supone que entre mujeres no nos hacemos esas cosas.

«No me voy a quitar culpa de lo que hice pero ella también estuvo involucrada.»

—Las motos están abajo, vamos a buscarlas.—propone Julio y todos los hombres lo siguen.

Nos asomamos por la parte trasera y vemos cómo empiezan a sacar las deslumbrantes motos y los chalecos por la popa del barco.

—Carreras ya mismo.—dice Nilo emocionado.

—Hagamos algo más divertido.—empieza Dexter—Que cada hombre lleve a una mujer y a mitad del camino deban cambiar de piloto con ella.

Todas se comienzan a emocionar menos yo, odio todo tipo de motos. «Me gustan pero de lejitos».

PASIONES ENCUBIERTAS [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora