CAPÍTULO 11

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Faltar el respeto.

Alessia

La luz de la mañana se refleja por mi ventana, haciendo que abra los ojos con dificultad. Estoy en mi cama, desnuda y sin rastros de nadie.

¿Qué pasó ayer?

Recuerdo haber llegado a mi apartamento, excitada, agotada y cogeando.

De verdad que tengo tomar cartas en el asunto con la bebida, me está haciendo perder la conciencia y puede pasarme algo grave. La resaca llega y trato de levantarme aún mareada pero el dolor de mi intimidad me abarca haciendo que me queje.

¿Fue Caesar cierto?

La cabeza me duele y me levanto con cuidado al baño, expulso todos los líquidos de mi estómago cuando vomito y me veo en el espejo viendo las marcas en mi pecho. Las toco suavemente y cierro los ojos recordando algunas cosas.

¡E-Estas pasándote! —echo mi cabeza hacia atrás en el asiento del auto agonizando.

—Claro que no.. —muerde mi cuello y magrea mis tetas.

Vuelve a clavar su miembro sacándome el aire, no se cuantos orgasmos llevo.

—Gime más, quiero escucharte.

—¡Caesar me vas a quebrar!

Sigo tocando esas marcas que me hacen morder mis labios levemente y apretar los ojos. La puerta suena rápidamente sacándome de mis pensamientos, pego un brinco y el corazón se me quiere salir por la garganta cuando escucho a Marcus.

—Alessia abre la puerta.

Me coloco una pijama lo más rápido posible.

Me acuesto y me hago la dormida.

—¿Q-Qué pasa?

—Abre.

—Estoy descansando, hablamos después.

Se queda callado unos segundos y toca la puerta con más apuro.

—¡Abre!

No me queda de otra que abrirle la puerta con las peores ganas del mundo.

La abro, su cara al verme es de todo menos buena, le doy la espalda y me vuelvo a acostar.

—¿Ves lo que pasa cuando no te controlas? —se cruza de brazos.

—Ajá.

—El martes partiré a Albania Alessia, no me deja tranquilo saber que te comportas como lo haces cuando tomas.

—¿Que hice?

—Primero, bailes de forma indecente con tus amigas, no me gusta si no es conmigo. Dices estupideces e incluso mencionaste algo al general de follar ¿Cual es tu problema?

Trago saliva, ¿Cómo pude mencionar eso?

—Perdón —me siento en la cama —No pasará de nuevo.

Entrecierra los ojos y se sienta en la cama, detalla mi rostro y se acerca a darme un beso, pero lo tomo por el cuello y trato de volver el momento un poco más caliente.

—Oye, así no recuerda.

Ruedo los ojos y me acuesto dándole la espalda.

—Ire a la fortaleza, cuídate.

—No hagas ruido al salir. —digo y este respira profundo.

¡Maldito! No puede darme un beso apasionado no, siempre todo tiene que ser de mojigatos.

PASIONES ENCUBIERTAS [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora