Un beso y una flor

Relato 30 | Todo por amor

Normalmente cuando entramos en la adolescencia soñamos con encontrar el amor, sentir las famosas mariposas en el estómago, dar el primer beso, tener la primera vez y probablemente casarse. Casi todos tenemos ese "sueño", pero a la pequeña Mayte Lascurain, le repugnaba la idea de dar un beso, tener pareja o formar una familia.

Mayte sentía náuseas cuando hablaban de las parejas que su hermana mayor, Mimi, tenía. En la cena Mimi siempre hablaba de lo enamorada que estaba e Isabel llena de curiosidad le preguntaba a su hermana. Sus papás solo reían escuchando a sus hijas, mientras Mayte rodaba los ojos y suspiraba por tener que escucharlas hasta que la cena llegara a su fin. Hasta que un día, don Alfonso les dijo a sus hijas que dejaran de hablar y se concentraran en la comida, cosa que Mayte agradeció.

Don Alfonso y doña Mimi, eran unos padres muy liberales para la época. Estaban en desacuerdo con lo que se supone que era "correcto". Para ellos lo más importante eran sus hijos y que cada uno encontrara su felicidad, sin importarles si la felicidad de sus hijos estaba fuera de lo que la sociedad esperaba, ellos siempre los apoyaran en cualquier decisión que tomen y los aconsejaran cuando se los pidan.

Cada uno de sus hijos era diferente, especialmente Mayte. Ellos lo notaron cuando su hija empezó a interesarse o preguntar cosas poco comunes para alguien de su edad. También notaron la sensibilidad de su hija, su gran corazón y la empatía con los demás. Eso sin dudas lo sacó de ellos.

Mayte amaba leer, aveces bailaba cuando escuchaba alguna canción rítmica, pero su amor por la lectura era algo impresionante. También cantaba, lo hacía a escondidas por la vergüenza que le daba ser escuchada, pero un día con su papá cantó una hermosa canción y el hombre noto que su hija tenía una gran voz. Pero si Mayte no quería cantar, ellos no la obligarían a hacerlo.

A medida que iba creciendo, Mayte ibas descubriendo cosas del mundo que la dejaban con muchas emociones y preguntas. Pero también se llenaba de confusiones por el mismo tema de los novios. Aunque Mayte solo tiene 16 años, las pocas amigas que tenía, sus hermanas y hermanos, tenían pareja y ella se preguntaba que se sentirá estar enamorada. Pero todavía no llegaba su príncipe azul o algo así le dijo Isabel cuando entró entusiasmada a la habitación de su hermana para contarle que tenía novio.

Mayte no tenía casi amigos, no le gustaba convivir mucho con las personas, pero siempre hay alguien con quien nos sentimos cómodos y en confianza. ¿Quién imaginaría que su "prima" de 13 años sería la persona con la que ama pasar tiempo? Y es que aunque la diferencia de edad no es tan grande, son muy pocas las cosas que podrían tener en común, pero disfrutaban pasar tiempo con la otra.

En la casa Lascurain se encontraban todos los amigos de los padres de Mayte haciendo una de sus famosas bohemias. Los hombres reían y cantaban, sus esposas reían y doña Mimi servía algunas de las bebidas para sus invitados. Isabel y Mimi conversaban con algunas de sus otras "primas", sus hermanos hacían lo mismo, la menor de los Lascurain jugaba con la cuata de Fer, y Fer?... Fer estaba sentada junto a su mamá aburrida porque Mayte solo salió para saludar a todos y volvió a su habitación a leer un libro, un poco estresada por la música de fondo que la desconcentraba.

Doña Mimi sirvió dos trozos del pastel de chocolate que había preparado esa tarde. Ella había notado lo aburrida que estaba su "sobrina" por la ausencia de su hija, pero también había notado el brillo en sus ojitos cuando su hija bajó las escaleras para saludar a sus familiares. Ese brillo que no sabía cómo explicarlo, pero que la llenó de ternura por la unión tan fuerte que ambas tenían.

— Se acerca a Fer con dos platos pequeños en sus manos. — María, mija... — Se sienta a su lado. — Está tarde preparé el pastel que tanto te gusta y te traje este pedazo. — Fernanda sonrió agarrando uno de los platos. — ¿Por que no subes y le llevas este pedazo a Maytecita?.