Relato 33 | Lo eres todo

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Era domingo, iniciaba su semana de descanso. La gira se volvió agotadora y estresante, así que más felices no podían estar de tener un descanso. Nada de aviones, nada de escenarios, nada de hoteles, nada de nada hasta dentro de una semana. Fernanda quería aprovechar el descanso para pasar tiempo con su esposa, hace mucho que no pasaban tiempo juntas debido a la gira. Así que pensó en hacer un delicioso almuerzo para ambas y planeó una cita para esa noche.

Luego de acompañar a su hija mayor a una cita médica, Fernanda pasó por el supermercado y compró las cosas necesarias para preparar lo que tenía en mente. Mientras caminaba salía del lugar, vio que afuera estaban vendiendo flores, lo cual llamó su atención y decidió comparta una ruja para su mujer que la esperaba en casa.

Mientras manejaba de vuelta a su hogar, en la radio comenzó a sonar una canción de Pandora. Fernanda se sorprendió y se llenó de felicidad al escuchar sus voces tan jóvenes. Una lágrima rodó por su mejilla al escuchar la voz de su esposa, siempre escucharla lograba emocionarla, pero ese día, Fernanda estaba tan sensible que cualquier recuerdo de su juventud, la llenaba de nostalgia y de ganas de llorar.

Sus lágrimas continuaron callando hasta que llegó a su casa, bajo del auto con las bolsas de las compras en manos y antes de abrir la puerta, limpió su rostros para que no hayan rastro de las lágrimas que estuvieron saliendo casi que todo el camino a casa. Su esposa no tenía porque verla así, tenía que verla llena de alegría.

La puerta se abrió y Mayte que se encontraba sentada en el sofá, sonrió al escuchar la voz de su esposa hablándole a sus gatos. Fernanda caminó hacia ella, le dio un suave beso en los labios y le entregó la rosa que tenía en su mano, sacándole una enorme sonrisa a la mujer que la enamoraba cada día más.

— ¿Y esa cara de felicidad, mi negra?. — Apartó la mirada de la rosa y miró fijamente a su esposa.

— ¿Se me nota mucho?. — Dejó las bolsas con las compras sobre la mesa del comedor.

— Bastante. — Dijo riendo y la miró con curiosidad por saber que la tenía tan contenta.

— Es que usted, señora Lascurain y yo, tenemos una cita esta noche. — Dijo mirándola con una sonrisa mientras se sentaba a su lado.

— ¿Una cita? ¿Una cita en donde?. — Comenzó a acariciar los rizos de la mujer frente a ella.

— En el teatro, hay una nueva obra que acaba de estrenar y quiero verla contigo. También tenemos una reservación en nuestro restaurante favorito. — Dio un beso en la palma de la mano que seguía acariciando su cabello.

— ¿Y se puede saber a qué se debe esta cita tan inesperada, señora Meade?. — Preguntó con una sonrisa.

— Hace mucho no salimos y quiero pasar tiempo contigo fuera de estas cuatro paredes. — Miró a su alrededor. — ¿No quieres ir?. — Preguntó con poco ánimo.

— ¿Qué te hace pensar eso? Claro que quiero ir. Amo pasar tiempo contigo y estoy de acuerdo en que deberíamos salir de aquí. — Acaricio su mejilla.

Cuando terminaron de almorzar, se dispusieron a acomodar algunas cosas que tenían desordenadas, luego vieron una película que Isabel les recomendó y finalmente se arreglaron para su cita de esa noche. Primero irían a ver la obra de teatro, luego su noche culminaría con una cena en el restaurante al que amaban ir.

Llegaron al lugar un poco temprano, pero estuvieron conversando mientras esperaban a que comenzara la función. Algunas personas las reconocieron y le pidieron fotos, ellas no pudieron negarse y terminaron tomándose fotos con muchas personas.

La función empezó y ellas estaban atentas a todo lo que sucedía, querían entender bien la historia, ya que no sabían de qué trataba exactamente. Mayte agarró la mano de Fernanda y ella volteó a verla por unos segundos y le regaló una de esas sonrisas que a Mayte la derretían de amor.

Un beso y una flor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora