Relato 37 | ¿Por qué?

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Con una sonrisa en su rostro, Mayte aspiró la suave esencia de las velas aromáticas que adornaban delicadamente su baño. Dándole  un toque especial y acogedor al lugar que era su refugio, testigo de sus meditaciones, sus noches relajantes, y de sus momentos más íntimos e intensos.

La bata color blanco cayó en el suelo, dejando la silueta de su cuerpo marcada en la pared por la sombra que las velas detrás de ella hacían notar. Volteó en dirección al espejo y apreció la belleza que aún con sus años, seguía teniendo, belleza que aveces ella no veía.

La burbujas estaban listas para recibirla, la música en su parlante sonaba en un ritmo suave, perfecto para ese momento. El vino (que aún no destapaba) se encontraba a un borde de la tina, siendo una vez más, su mejor acompañante.

Con cuidado, se sumergió, y soltó un suspiro al sentir el agua caliente cubrir su cuerpo. Cerró sus ojos, echando la cabeza hacia atrás, y se dedicó a disfrutar del momento.

En su habitación, su celular sonaba con mucha insistencia, pero la música no le permitía oír el llamado de su hermana, Isabel, quien estaba preocupada y estresada por la ausencia de su hermana. Mayte, totalmente lejana a eso, estaba llena de pensamientos, y su momento relajante, se convirtió en un momento caótico.

Las lágrimas se desbordaron por sus mejillas, mientras daba el tercer sorbo a la copa que sirvió al estar dentro de la tina. Sus lágrimas se mezclaban con la espuma que cubría su cuerpo.

La música cambió, esta vez a una melodía lenta y con una letra más profunda, cosa que no le estaba ayudado en ese momento de tristeza, en ese momento en el cual su cabeza estaba invadida por una persona.

Las llamadas en su celular se volvieron más insistentes y el desespero de Isabel más grande. Casi lanzaba su celular a la pared, pero decidió mantener la calma, no le serviría de nada agarrar una emoción más fuerte.

Mayte envolvió su cuerpo en la bata blanca que se encontraba en el suelo. Luego de haberle pedido a 'Alexa' que detuviera la música, se dirigió a su habitación, con la única intención de dormir, quería apagar sus tormentosos pensamientos.

Antes de acostarse, agarró su celular para revisarlo y el pánico se visualizó en su rostro al ver las diecisiete llamadas perdidas de Isabel. Supuso que algo le había sucedido a ella o a Joss, y ya se estaba lamentando no haber contestado antes, mientras marcaba el número de su hermana.

Isabel puso su mano en la perilla para abrir la puerta, justo cuando su celular comenzó a sonar y detuvo su movimiento. Soltó un suspiro y negó con la cabeza al ver la llamada entrante de su hermana, claramente estaba enojada. "María Teresa Lascurain Arrigunaga, ¿se puede saber dónde carajos estás que no me contestas?".

Mayte se sentó en la cama, cruzó sus piernas y se soltó la pinza del cabello. "Estaba en la tina, disculpa por no haberte respondido".

Isabel, agotada por todo lo que ha pasado en sus vidas últimamente, soltó un suspiro y dijo: "Tranquila, disculpas aceptadas. Por favor, May, necesito que vengas a la clínica, Fer está internada".

Las palabras de Isabel resonaron como ecos en su cabeza, al mismo tiempo en el que su corazón latía con fuerza y el miedo comenzaba a invadirla. "Voy para allá".

Manejando con el mayor cuidado posible, se preguntaba a cada segundo qué había sucedido con su negrita. Sentía un miedo inmenso por cómo la encontraría.

Las carcajadas de Isabel y Fernanda sonaban en la habitación, haciendo que ambas olviden por un momento dónde estaban y el porqué estaban ahí. La verdad, estos días han sido muy difíciles para las tres y esas risas, eran lo que necesitaban.

Un beso y una flor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora