Un beso y una flor

Relato 18 | 90 minutos

[Ultima parte de: "Puede ser genial"]

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La luna fue testigo de la noche en la que dos cuerpos se volvieron a encontrar, la noche en la que dos corazones se unieron y repararon las grietas que tenían con besos, caricias y mucho amor, el amor que seguían sintiendo por la otra, pero que sabían que tenían que olvidar.

Llanto, era lo único que se hizo presente en la morena que estaba acostada a un lado de la mujer que perdió por culpa de su gran error. Las sonrisas que tenían cuando terminaron de hacer el amor, desaparecieron de sus rostros al darse cuenta de la dura realidad.

Mayte se prohibió a si misma por soltar una lagrima, por lo menos frente a Fernanda no lo haría. Abrazo a la mujer que alguna vez fue suya,  con la poca fuerza que tenía su pequeño cuerpo, acarició sus rizos, esos que la hacían ver más hermosa de lo que ya era y que por supuesto Mayte amaba.

Te siento en esta habitación conmigo
Teniendo tu respiración tan cerca
Haces que se me vaya
Mis dudas sobre ti

Fernanda acarició el brazo de Mayte que estaba aferrándola a su cuerpo, con su cabeza recostada en el pecho de Mayte. Las lágrimas cesaban de apoco gracias a ese cálido abrazo, el abrazo que la menor no sabía que tanto necesitaba.

La bajita dejó un beso en la cabeza de Fernanda y la dejó recostada en la cama, Fernanda sabía que Mayte no iba a estar abrazándola por tanto tiempo y solo sonrió un poco entendiendo el dolor que aún sentía la castaña por lo que le hizo.

Se envolvió en la sábana, buscó algo en su bolso y salió al balcón que tenía la habitación de Fernanda. Apoyó los brazos en el borde de la barandilla del balcón, estiró su brazo izquierdo que sostenía un cigarrillo y con el encendedor en su otra mano, lo encendió y lo llevó a su boca.

Fernanda salió de su cama, se colocó una bata y buscó una para Mayte. Camino hasta donde estaba la mayor y se sorprendió al verla botar el humo humo del cigarrillo que estaba en su mano. Se colocó detrás de ella y con cuidado de que no se le vea ninguna parte de su cuerpo, la cubrió con la bata que había llevado y le quitó la sábana que la cubría.

Dejó sus manos en la cintura de Mayte y reposó su cabeza en el hombro de la mujer por la que sentía muchas cosas. Volvió a llevar el cigarrillo a sus labio, al sentir a Fer agarrarle la cintura, cerró los ojos y soltó el humo despacio.

Me acerco lentamente con mi mano
Sabiendo cuál será nuestra respuesta
Voy sin saber lo que harás de mí

Fernanda colocó su mano en el estómago de Mayte acariciando suavemente, con su barbilla roso el hombro de la otra y le dejó un beso en su cuello, sacándole un pequeño suspiro a la mujer atrapada en sus brazos.

Prefiero callarme a confesar
Que me haces sentir...

El amor de ambas estaba roto, un amor que duró poco, que se acabó en un abrir y cerrar de ojos. Sus corazones se encontraron en un momento inadecuado, cuando no sabían lo que era estar en una relación y cambiando cosas de sus vidas para hacer feliz a la otra.

Fernanda odiaba las relaciones, desde aquellas mujer que le rompió el corazón, se dedicó solo a acostarse con las mujeres para pasar el rato. Pero jamás se imaginó que a su vida llegaría una mujer a la cual amaría con todo su corazón, una mujer con la que dejó a un lado esa negación de tener una relación y le entregó todo el amor que podía brindarle.

Mientras Mayte solo era una mujer enamoradiza, que no sabía lo que era estar en una relación en donde el amor fuera mutuo, porque le tocó ser ella quien amaba a los hombres con los que estuvo, los dos únicos hombres a los que le entregó su cuerpo. Luego su obsesión con el hombre que no supo valorarla y solo jugó con sus sentimientos, hasta que llegó Fernanda a su vida para sanarle ese dolor, sin imaginarse que ella la haría sufrir igual o peor manera que aquel hombre...