Capítulo trece

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La mirada de Harry cuando bajó del coche para acompañarlo al portal de su casa le hizo ponerse nervioso. La sonrisa de luego temblar. Un nuevo beso a modo de despedida jadear.

Había besado a Harry y un fuego recorría todo su ser. Estaba besando a Harry.

Louis le estaba acariciando una mejilla mientras el otro tenía un agarre afianzado en su cintura. La gafas de Harry se habían empañado, pero no parecía importarle. Besarlo fue mucho mejor de lo que llegó a imaginar.

El trayecto de vuelta a Londres fue peculiar. Lo obligó a cantar, a hablar de algún artista y siguieron coqueteando, incluso con cierto descaro. Bromearon sobre el calor, sobre lo que les generaba estar cerca y crearon un estado de normalización de la situación que Louis no sabía cómo acabaría. Porque Harry había buscado aquel beso tanto como él. Porque notaba que quería aquello tanto como él y que todo lo excitaba de la misma manera.

¿Cuánto arruinaría el momento invitarlo a su casa? ¿Estaba preparado para eso? ¿Para lo que pasaría? Llevaba más de un año sin estar con alguien y lo de Harry... en ocasiones parecía llevar otro ritmo. Era un coqueteo sano, una timidez latente, un gustar diferente...

Jadeó cuando le mordió el labio y abrió los ojos de par en par. Era diseñador de interiores, no podía meterlo en su insulso y minúsculo piso. ¿Qué le daría de cenar? O de desayunar en el mejor de los casos. Nada porque su nevera siempre estaba vacía. Qué pensaría de sus paredes blancas, de sus cuatro muebles de aglomerado, uno de ellos hinchado porque una vez le cayó agua. No había hecho tan bien la cama, ni cambiado las sábanas, ni aspirado el suelo en toda la semana... ¿Qué pensaría de él? Se sofocó de la vergüenza de solo pensarlo.

—Harry —murmuró—... debo subir. Es tarde.

Sin embargo, era su propio cuerpo el que se negaba a separarse, como si prefiriera reventar de ganas a romper aquel contacto.

—Sí —le dijo antes de separarse. El último beso fue un roce largo en sus labios. Estiró el brazo y Louis no le soltó la mano.

—Avísame cuando llegues a tu casa. Conduce con cuidado.

—Lo haré. Te avisaré. ¿Seguirás despierto?

—Claro que sí, me iré a duchar y... no me acostaré hasta que no me avises.

—Vale. Eso suena... Vale.

Louis tragó saliva. Seguían tomados de la mano y se la soltó poco a poco. Harry caminó hasta su coche.

—¡Avísame! —volvió a pedir.

—¡Lo haré! —prometió nuevamente.

Louis se mordió el labio inferior y se abrazó a sí mismo mientras lo veía subirse a su coche y arrancar. Agitó una mano para despedirse y cuando desapareció al final de la calle respiró hondo. Algo molestó en el centro de su vientre mientras daba media vuelta y se adentraba en su complejo de apartamentos. Subió las escaleras rápido, aguantando la respiración que soltó cuando entró en su casa y apoyó la espalda en la puerta, mirando lentamente el interior de su piso.

Se arrepintió muy pronto de no haberlo invitado a subir. Quería estar con él, pero a su vez eso lo ponía tan nervioso. Su espacio lo deprimiría hasta él si no lo usara solo para ir a dormir.

—Eres idiota, Louis. ¡Idiota!

Correteó al cuarto de baño y se despojó pronto de su ropa. Se dio una ducha de agua caliente y se echó a reír al recordar el día. Ni en sus mejores sueños hubiese sido capaz de imaginar una estampa mejor. Harry, el picnic, el parque, los besos fuera y dentro de su coche...

Aplacó un grito nervioso mientras se secaba la cara con una toalla. Luego miró a su alrededor. Su inodoro goteaba y el resto de las piezas del baño eran tan de los años setenta... Probablemente era un planteamiento y una situación estúpida, pero si Harry no le gustase tanto, no le daría tantas vueltas a todo.

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