Capítulo 17

398 50 0
                                    

Llegué a mi habitación sintiendo mi cuerpo tan pesado, dejé caer mi mochila y me senté en la cama manteniéndome en la profundidad de mis pensamientos. Miré el cajón de mi mesita de noche y saqué de allí el collar para mirarlo entre mis manos. Quería usarlo todo el tiempo pero... ya ni hace falta decir la razón del porqué no lo usaré.
Me acosté en mi cama aún con el collar en mano, al menos podría tenerlo estando en casa. Sonreí levemente mirándolo y sosteniéndolo contra mi pecho. Pero de pronto sentí tanto frío... abrí los ojos y vi mi habitación más oscura y sombría, el frío hacia que pudiera ver mi aliento al soplar, como si hicieran grados bajo cero.

-¡Huh! -levanté la cabeza de forma inconsciente, apenas podía respirar.

Sentía como si algo tomara posesión de mi cuerpo, quería impedirlo pero aquello es más fuerte que yo. Solté el collar de mi madre y me retorcí sobre la cama, podía sentir como eso estaba tomando cada extremidad, poseía cada nervio y músculo... mis ojos se pusieron en blanco y finalmente perdí completamente el control sobre mí.
Miré a todos lados, inconscientemente sonreí como si aquello que había tomado posesión de mi cuerpo se sintiera victorioso por hacerlo. Bajé de mi cama y tomé en mi mano el collar de mi madre.

Recuerdo que Rhys mencionó algo sobre que el collar solo me protegería físicamente... ¡¿Eso quiere decir que me han poseído de verdad?!

-Finalmente... -hablé teniendo la voz ronca-. Ahora que ese bastardo no está puedo hacer esto.

Mi mano se cierra en un puño con fuerza, pude escuchar el momento exacto en que la piedra del collar se destruía completamente. En mi mano aparecen unas llamas de fuego que consumen las últimas piezas. Quise gritar y recuperar mi cuerpo, pero era imposible.
Dejó caer las cenizas y se acercó a la ventana. Miró las estrellas y como si fueran suyas hizo aparecer mis alas y salió volando. Llegó hasta un bosque lejano y me dejó allí, entonces sentí como si algo se derramara, saliendo de mi boca, oídos, nariz y ojos... era aterrador.

Cuando el líquido deja de salir, una figura se forma con aquello en el suelo y unos ojos rojos me miran con una sonrisa macabra. Caí hacia atrás por el pánico, de entre los árboles salieron más criaturas... más demonios que me sonreían extasiados.

-¡Quiero ser primero!

-¡No, yo lo seré!

-¡Apártense! ¡Su poder es mío!

Todos empiezan a saltar sobre mí y pelearse por quien llegaba primero. Me tomaron por todas mis extremidades y me estiraron de todos lados. Di patadas y golpes pero eran demasiados y yo estaba aterrada.

-¡Déjenme! ¡Basta!

Intenté arrastrarme pero me agarraron por los brazos, las piernas y las alas. Uno de ellos lamió mi cuello y se sorprendió por el sabor, diciendo que era delicioso. Entonces, todos ellos comenzaron a desesperarse, exigiendo la mejor parte de mí.

-¡Ayuda! -grité desesperada y sollozando-. Por favor... alguien, ¡ayúdenme!

Como si fuera el viento, un humo negro-rojizo cruza sobre mía y todos los demonios sueltan alaridos de dolor. Vi extremidades o cuerpo cortados de diferentes formas.

-¡H..Heatscar! ¡E..Es él!

-¡Huyan, rápido!

Algunos intentan irse volando pero al mirar hacia ellos noté que unas cuerdas se amarraban en su cuello y Rhys, son fuerza los jalaba hasta estrellarlos contra el suelo. Transformó su arma en dos espadas y con rápidos movimientos asesinó a la gran mayoría.

-¡P..Piedad! ¡Por fav...! -él no los escuchaba. Atravesó la garganta de aquel y lo cortó casi decapitándolo.

-H..Heats..sacr, n..no sabí..íamos que t..tú la q..querías p..para ti, en serio -ríe nervioso uno de ellos-. L..La dej..jaremos, e..es t..toda tuya.

-Pero si ya le han puesto las manos encima -soltó con desprecio-. Ahora lo pagarán.

Antes de siquiera darme cuenta la mitad de la cabeza de aquel demonio fue rebanada y segundos después su cuerpo explota completamente, al igual que el resto de demonios sobrantes.
Estaba intentando no sollozar pero me dolía la garganta al hacerlo. Rhys vuelve a transformar sus espadas en el anillo y voltea a verme. Se acerca a mí a paso lento y termina hincado en una rodullas para estar a mi altura.

-¿Ahora entiendes porqué te puse el brazalete? -preguntó. Asentí varias veces con rapidez-. Bien...

De repente me tomó por el hombro y me atrajo hasta él, abrí los ojos de par en par al sentir esto como un... abrazo.

-Niña tonta... siempre metiéndote en problemas -suspiró-. Me tuviste como loco todo este tiempo, sin poder acercarme... y sin encontrarte en tu habitación ahora. ¿Tienes una idea de cómo eso me hace sentir? -negué con la cabeza aún temblando-. Enojado, furioso... pero más que nada... preocupado.

Cerré los ojos y apreté los dientes, pero no tuve más escapatoria. Me aferré a Rhys olvidando el miedo por el que me hizo pasar y lloré. Sollocé contra su pecho mientras agarraba su remera débilmente, él no me apartó ni tampoco hizo algún comentario sarcástico o burlesco.

-¿Por qué tú? -pregunté- ¿Por qué siempre eres tú el que viene a ayudarme? ¿Por qué lo haces?

-¿Aún no te das cuenta? Joder -resopló frustrado-. Te he dicho que me vuelves loco y aún así preguntas por qué vengo a salvarte.

No podía decir nada, quería dejar de llorar pero no podía, al igual que no podia moverme, mi cuerpo temblaba y se sentía pesado. Rhys nota que era incapaz de volver a mi casa por mi cuenta, así que se levanta pero lo hace conmigo en brazos. Cerré los ojos por un segundo, pero al abrirlos de nuevo, el viento golpeaba mi rostro con suavidad, me di cuenta de que estábamos a gran altura del suelo. Estábamos volando...

Miré a Rhys y tras su espalda. Sus alas eran las de un dragón, enormes y un poco dañadas. Pero noté que se supone tendría que tener cuatro alas... pero tenía tres. Volví a bajar la mirada y limpiar mis lágrimas, dejé caer mi cabeza contra su hombro y me abracé a mí misma para consolarme.
No nos tomó casi nada de tiempo regresar a mi casa, Rhys entra por mi ventana y me deja en el suelo, tuve que sostenerme rápidamente de él pues sentía que mis piernas fallaban.

-¿Aún no puedes sostenerte? -preguntó.

-Puedo... -aseguré.

Me concentré y traté de equilibrarme, finalmente pude mantenerme en pie y caminar torpemente hacia el baño. Abrí el agua del lavamanos y limpié mi rostro, pero deslicé mis manos por ni cuello, recordando vivamente cuando aquel demonio me lamió allí. Hice una mueca y me froté las manos por el cuello.

THE ANGEL and THE DEMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora