Capítulo 3

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Dejé escapar otro suspiro más por el agotamiento mental que me ocasionaba esta nueva información. No podía quitarme los detalles de la cabeza, incluso conseguían que me doliera pensar. Aún no podía creerlo, parecía sacado de un libro de fantasía, ¿yo? ¿Mitad ángel? ¡y no uno cualquiera! ¡Resulta que soy hija de una antigua serafín! ¡Realmente no tiene sentido!

Me detuve para sentarme en una banca que había en la vereda, mis piernas ya no respondían. Subí la mirada hacia el cielo nocturno en el que apenas podía ver unas pocas estrellas. Normalmente este tipo de caminatas nocturnas son mi pasatiempo y forma de equilibrar mis emociones y pensamientos, funciona casi el cien por ciento de las veces.

-¡Tsk! -me sujeté el hombro por el dolor punzante en mi espalda.

De reojo miré a un lado y me di cuenta de tres grandes figuras que me observaban, algo dentro de mí gritaba "peligro", quería salir huyendo pero no debía mostrar miedo. Me levanté y fingí no haberlos visto, empecé a caminar y cuando los escuché seguirme decidí entrar en un callejón y correr, pues este se enlazaba con otros. Sus pasos rápidos intentando atraparme me fueron de ayuda para saber en dónde estaban y a donde debía huir.
Pero cuando dos de ellos me acorralaron por la salida y entrada del callejón no tuve salida, ambos corren hacia mí así que di un salto sobre unos contenedores me agarré por la cabeza de uno y lo usé de impulso para patear a quien venía detrás de él mientras que este se golpeaba con el de adelante.

Miré mis manos unos segundos, ahora tenía más sentido... supongo.
Nunca he ido a clases de pelea pero sé moverme como si lo hubiera hecho antes. Este poder y estas habilidades... deben ser de mi madre, debió ser ella ayudándome siempre.

-¡Que no escape! -reaccioné a alguien que sujetó mi brazo.

Me posicioné y le di una patada en la cabeza que lo derribó contra una pared, volví a correr siendo perseguida por los otros dos, salí a la calle y corrí intentando perderlos pero entonces escuché el sonido de un auto quemando sus llantas. Miré hacia un lado cuando unas luces me cegaron, el auto iba directo hacia mí, golpeó mi cuerpo hasta salir volando dentro de un callejón.
Dejé escapar sangre por la boca e intente levantarme. Mis heridas estaban sanando pero mientras eso sucedía le dio tiempo a los cuatro hombres de rodearme.

-Solo eso debían hacer. Si la mataban no importa -los regaña uno de ellos-. De todas formas es lo que se merece.

Apreté los dientes y usé a los que me sujetaban por los brazos para alcanzar a patear al de en frente. Este maldice mientras intenta detener el sangrado que le ocasione en la nariz.

-¡Hija de perra! ¡Sujetenla bien!

Uno de ellos agarra mi cabeza y la golpea contra el suelo mientras sujetan mis brazos tras mi espalda.

-¡Déjenme! ¡¿Qué quieren?! -forcejeé.

-Silencio -exigen ellos y el de en frente patea mi rostro antes de agacharse y sujetar mi barbilla-. Nuestras órdenes son claras, pero... quizás podamos divertirnos un poco, ¿qué dicen, chicos?

Los cuatro sonríen con brillos de lujuria en sus ojos. Apreté los dientes e intenté con más fuerza librarme, pero me dieron la vuelta, uno sujeta mis manos por encima de mi cabeza y otro de coloca entre mis piernas mientras que los últimos dos sujetaban estas.

-¡Suéltenme! ¡Hijos de puta! ¡Déjenme en paz!

El que estaba entre mis piernas se acerca a mí y lame mi cuello haciéndome sentir tanto asco, su mano se metió bajo mi remera y sujetó uno de mis senos, levantando mi sostén. Cerré los ojos temblando del miedo, sentía sus manos acariciar mis partes de mí que no quería ni mirar. Las lágrimas se acumularon en mis ojos deseaba con tantas fuerzas que alguien me encontrara.

Por favor... ayúdenme.

-¡¿Hm?! -de repente todos se detienen al escuchar pasos pesados.

-¿Huh? ¿Se acabó ya? -escuché una voz masculina antes de que maldiciera y lanzara un cigarrillo dentro del callejón, se detuvo en la entrada acariciando su nuca y nos volteó a ver- ¿Una orgía en un callejón? Bueno, no es mi problema. Disfruten...

-¡Ayúdame, por fav....! ¡ngh! -solté un quejido por la bofetada que me dieron al gritar.

-No hay nada que ver aquí, es solo su fetiche -se excusa uno con una sonrisa mientras que el que estaba entre mis piernas volvía a apretar mi seno, cerré los ojos nuevamente con malestar pero entonces volví a mirar al joven hombre en la entrada del callejón.

-A..Ayúdame... -murmuré apenas.

El hombre no parecía tan interesado en querer ayudarme pero algo le impedía irse, podía ver su mirada curiosa en mí. Entonces sonrió de lado y empezó a acercarse a nosotros.

-Espero no les moleste, pero me gustaría unirme -comentó.

Abrí los ojos de par en par. Los otros se miran y sonríen aliviados de que no los fueran a delatar.

-Si mantienes la boca cerrada entonces es toda tuya.

Salen de encima de mí pero me hacen sentarme sujetando mis brazos, levantando mi cabeza y abriendo mis piernas a la fuerza. Me quejé intentando ocultarme, me sentía expuesta en este momento. El hombre se agacha hasta acuclillarse frente a mí y me mira a los ojos, su sonrisa se vuelve más amplia y noté cierto brillo extraño en su mirada.

-¿Toda mía, eh? -mira a los otros-. Bueno, así es mejor, pero el caso es... que yo no comparto.

Sentí de golpe como si algo, un fuerte poder nos golpeara, ¿miedo? Eso es lo único que podía sentir ahora... pero no era como el de hace rato, no... este miedo lo provocaba él.
Los hombres me soltaron pero no podía moverme, estaba paralizada y temblando, al igual que los otros que cayeron al suelo. El hombre sonríe mirándome con unos ojos brillando en un color distinto.

-¡¿Q..Qué ha sido eso?! -exigen saber los otros.

-¡Yo me largo de aquí!

Uno de ellos intentó huir pero apenas lo consigue pues el hombre había hecho algo, no sé lo que hizo, tampoco podía mirar otra cosa que no fueran sus ojos como el fuego, pero solo podía escuchar los gritos de agonía del que intentó irse y de repente el sonido de un líquido espeso salpicando por todos lados... Abrí los ojos de par en par nuevamente cuando algo de ese líquido cae sobre mí.

-¡E..Es... Es un monstruo!

-¡Hay que huir!

-No te preocupes, linda... -me espanté más cuando acercó su mano a mi rostro-. No los dejaré salir de aquí con vida.

Los gritos de dolor fue lo último que escuché antes de caer inconsciente de golpe. No tenía ni idea de lo que había pasado o quién es ese hombre, pero... ¡causaba tanto terror!

THE ANGEL and THE DEMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora