Capítulo 19

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/Ella/

Nicholas

Su piel desnuda bajo mi cuerpo se sintió tremendamente bien. Y el saber que había explorado su magnífico cuerpo en todo su esplendor me hizo sentir dichoso. Porque en ese momento lo era. Era el hombre más dichoso de la faz de la tierra.

Siendo sincero, no creía que hubiera tenido el placer de tener a Poppy Halper entre mis manos mientras la poseía con delicadeza y después, por petición de ella, pasaba a la rudeza. Hasta que nos permitimos llegar al clímax y caímos rendidos ante la satisfacción absoluta. Y no solo eso, también había podido conocer una parte de ella, esa misma que mantenía oculta y, en ocasiones, la fustigaba. Poppy Halper me había permitido conocerla.

Eran las cuatro y treinta de la madrugada, y las entreabiertas cortinas de la habitación de Poppy me permitieron ver la oscuridad de esa hora.

Mientras ella dormía con la cabeza en el hueco de mi brazo y su espalda pegada a mi pecho, yo trazaba pequeños e imaginarios círculos en su desnudo brazo. Su tranquila y acompasada respiración me indicaba que aún no se despertaba, por eso me permití observarla con mucho más detenimiento del debido.

Tal vez ya la hubiera analizado lo suficiente, pero algo en mí sentía que el tiempo no me alcanzaría como para poder tener el privilegio de grabarme con exactitud su bello cuerpo. Como para poder grabarme a Poppy Halper al completo.

Nunca había sido ese tipo de hombre cursi ni mucho menos empalagoso, solía pasar de esas cosas, pero en ese momento necesitaba serlo. Tal vez aquello iba incluido en las inesperadas emociones y sensaciones que causaba Poppy en mí.

Y quise odiarla por ello, solo que no podía.

No quería.

Presentí que poco a poco se iba despertando, porque de repente sentí como se estremeció bajo mi delicado tacto. Y no me equivoqué. Lentamente se dio la vuelta hasta quedar con su rostro a pocos centímetros del mío haciendo que su cálida respiración golpeteara mi boca. Me estremecí, pero fue algo que ella no notó.

—Hola —me dijo tras dedicarme una pequeña sonrisa aún con los ojos adormilados.

Antes de responder cualquier cosa la atraje más hasta mí y besé sus labios sin importarme que nos acabáramos de levantar. Bueno, ella, porque yo llevaba despierto después de que ella se durmió.

—Buenos días, Halper. —Amaba como sonaba su apellido en mi boca, porque era tan elegante que decirlo suponía un alivio y una bendita dicha—. ¿Cómo has dormido? —le pregunté.

—Muy bien, ¿y tú?

—Excelente —respondí.

—Mentiroso, no has dormido —declaró con total seguridad. Como si me conociera lo suficiente—. Y antes de que digas algo, ten en cuenta que tus ojos lo dicen todo.

Me le quedé mirando, embelesado.

—Bueno, había algo mucho más interesante que dormir —objeté pícaro.

Poppy me miró con intriga.

—¿Ah, sí? ¿Cómo qué? —parecía intrigada y no se esforzó en ocultarlo. Me gustaba así, siendo ella misma.

—Observarte. —No dude como tampoco mentí. Porque era verdad, aquella acción me había llamado mucho más la atención que tener que dormir. Pero es que, ¡Dios, se trataba de Poppy Halper!

De la nada, ella abrió los ojos como platos.

—¡¿Qué?! —exclamó a la vez que se sentaba de golpe con la sabana cubriendo su torso. Me clavó una mirada severa—. ¡¿No has dormido nada simplemente por... observarme?! —al parecer, seguía sin creérselo.

Mi jefe y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora