/LA TORMENTA VA A ACERCARSE/
Nicholas
Los ojos me pesaban y sentía un leve dolor en la espalda, causa de la mala noche que había pasado. La idea de que Poppy me hubiera mentido aún estaba intacta en mi mente, recordándome que lo había hecho, simplemente, para que yo no supiera que James descansaba en su habitación.
¿Había sido necesario mentirme y no decirme la verdad, nada más? Claro que estaba enfadado, sin embargo, debía echar mano a mi madurez y actuar como tal. Después de todo, Poppy y yo no manteníamos una relación de pareja oficial. Y ese hecho sólo hacía que todo fuera mucho más tedioso.
El reloj marcaba las 7 a.m., por lo que comencé a alistarme para ir a trabajar. Lite Chat necesitaba de un arduo trabajo, que, gracias a todos, se estaba logrando de manera impoluta.
Media hora después, abrí la puerta y salí, con la segura intención de pasar por Poppy. De seguro que así me diría algo acerca de lo sucedido. No parecía que me afectará, sin embargo, debía saber mantener la compostura y acallar los celos que albergaban en mí. Aunque fuera complicado, como pedirme que dejara Lite Chat.
Al estar a tan solo tres metros del apartamento de Poppy, me detuve de manera abrupta al ver a James Miller salir del apartamento, cerrando la puerta tras de sí.
Su mirada chocó con la mía y una sonrisa de medio lado se ensanchó a su rostro. El gesto de superioridad que adoptó me indicó que le enorgullecía que yo lo hubiera visto salir del apartamento de Poppy Halper, su exesposa. Y ese hecho me enfureció.
«¿A qué jugamos, Poppy?» me pregunté en mi fuero interno. No dudaba de ella, pero el hecho que me hubiera mentido y que su exesposo saliera al día siguiente de su hogar, dejaba cosas al aire y mucho a la imaginación.
—Buen día, Kuesel. —James no tardó en hablar—. ¿También vive acá?
Quise apretar la mandíbula hasta que me doliera, por mero instinto, pero decidí actuar de manera tranquila, indiferente.
—Como puede ver, así es —respondí, pasivo.
—Oooh —fingió sorpresa. Era un maldito, él sabía que yo vivía acá—. Un lugar muy bonito, ¿no?
¿Por qué actuaba de esa manera, como si hubiera algo que le divirtiera? Seguramente solo quería hacerme perder los estribos, y perder los estribos, por él, era algo que no pensaba permitir.
—Y las noches lo son aún más, ¿no le parece? —agregó.
—¿A qué juega, Miller? —inquirí, sintiendo como comenzaba a mostrar mi enojo.
—Yo no estoy jugando, Kuesel, sólo trato de recuperar a la mujer que amo —respondió.
Apreté un puño y me le quedé mirando. ¿En serio trataba de recuperarla? ¿Era imbécil o se hacía? No comprendía su empeño en recuperar a la mujer que había hecho sufrir. Quien ama no hace daño.
—Solo le diré una cosa, Miller, y espero que le quede clara —me acerqué un poco para que solamente él me escuchara—: Poppy Halper no es de las mujeres que le guste quedarse en el pasado, ella es una mujer valiente, que es capaz de seguir adelante, y que no lo necesita a usted para poder tener una vida como en un cuento de hadas. Ella misma se la puede proporcionar —declaré, seguro de lo que decía. Por más enojado que estuviera con Poppy, no podía negar lo evidente.
Guardó silencio a la vez que apretaba la mandíbula, tenso. Segundos después se aclaró la garganta.
—¿Y a usted sí? —pretendió atacar—. ¿A usted sí lo necesita?
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Mi jefe y yo
De TodoPoppy Halper y su odioso jefe, Nicholas Kuesel, no son el prototipo de jefe y secretaria perfectos. Es más, sus diferentes formas de pensar, de socializar, hasta de hablar, se chocan. Ella dice odiarlo y él suele tener constantes jaquecas por ella. ...