/EXPLOSIÓN ARROLLADORA/
Poppy
Cuando Nicholas se separó de mí sentí como mi cuerpo entero gritaba que volviera a acercarse nuevamente, que lo necesitaba y que anhelaba su suave tacto en mí. Pero nada pasó. Nicholas volvió a su lugar en silencio sin dar señal alguna de un nuevo roce.
—Siento mucho si... —trató de decir. Supe que iba a disculparse por haberme preguntado acerca de mi vida, pero no se lo permitiría.
No lo dejé terminar.
—No pasa nada —le aseguré con decisión.
Si no hubiera sido por el reality seguramente el silenció que se había instalado entre los dos nos habría consumido de una manera voraz.
De repente, Nicholas volteó su mirada a mí y se me quedó viendo por un rato que se me hizo eterno y a la vez gratificante. No me dio tiempo a reaccionar, porque cuando lo hice sentí sus labios sobre los míos. Por sus tensos músculos supe que presintió que lo rechazaría, pero se relajaron cuando abrí la boca para darle paso a la suya. Su lengua vagó por mi boca en toda su plenitud, como si hubiera deseado ese momento por mucho tiempo. Un tiempo que al parecer yo también anhelaba.
Nuestros labios se buscaron con urgencia y nuestras lenguas se enroscaron como necesitadas. Porque yo sentí que lo necesitaba. Lo quería en mí. Lo anhelaba ahora más que nunca.
Con sus manos en mi rostro me incitó a acercarme más a él. No lo dude e hice lo que me pedía a la vez que estrujaba su chaqueta de paño con fuerza. Solté un audible jadeo inesperado que murió en su boca al haberme sentado a horcajadas sobre él.
Conmigo encima se acomodó en el sofá y se recostó en el espaldar sin permitir que nuestro ardiente beso, que comenzaba a tornarse pasional, se deshiciera. Además, yo tampoco se lo permitiría si eso pasaba.
Sus suaves manos comenzaron a descender lentamente sobre mi espalda hasta posicionarse en mis caderas. El apretón que hizo en esa parte hizo que otro jadeo muriera en su espléndida boca. Su dureza hizo que sintiera lo desesperado que él también se encontraba, pero sus caricias me hacían entender que podíamos ir como yo quisiera.
Otra vez sus manos eran las protagonistas. Las movió con una exquisita delicadeza que cerca estuvo de robarme otro jadeo que fui capaz de contener. Lentamente las bajó hasta mis glúteos, y yo creí que solo haría eso; dejarlas ahí, pero la manera en la que las apretó e hizo que me acomodara más sobre él me gustó...
—Si me pides que paré, ten en cuenta que así lo haré, ¿comprendes? —susurró con la respiración entrecortada al separar nuestros labios.
Puse mis manos en sus hombros y clavé mis ojos sobre los suyos, se mostraban lujuriosos y eso solo me incitó a desear más. Todo si se podía. Todo si él también quería.
—¿Crees que quiero que pares y más en este momento? —inquirí con una seguridad muy lejana a mí, pero que me hizo sentir jodidamente bien.
Volví a unir nuestros labios en otro beso igual de ardiente al anterior.
Nuestras respiraciones entrecortadas...
El sonido de aquel beso retumbando en nuestros oídos con intensidad...
Nuestros labios buscándose con un deseo lujurioso que nos dejó fascinados...
Todo aquello me provocó un espasmo de placer y sentí que pronto llegaría al clímax sin ni siquiera habernos rozado desnudos, sin ni siquiera habernos sentido más allá de lo que deseábamos en realidad.
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Mi jefe y yo
NezařaditelnéPoppy Halper y su odioso jefe, Nicholas Kuesel, no son el prototipo de jefe y secretaria perfectos. Es más, sus diferentes formas de pensar, de socializar, hasta de hablar, se chocan. Ella dice odiarlo y él suele tener constantes jaquecas por ella. ...