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Primero que nada, deseo disculparme por la demora, y espero que estén disfrutando de Poppy y Nicholas. ¡¡Gracias!!
/ESTAMOS A PACES/
Poppy
-¿Es en serio? -preguntó Camila dejando su taza de café a un lado.
Asentí levemente con la cabeza.
-¡Pero esa mujer está chiflada! -exclamó, y agradecí que la cafetería estuviera casi vacía.
-No lo sé, sin embargo, lo mejor es mantener la calma -aseguré.
-Poppy... -se me quedó mirando-. ¿Dudas de nuestro jefe? Bueno, lo digo porque en esas situaciones uno duda hasta de su sombra.
Solté un hondo suspiro, recordando lo dudosa que había estado al llegar a mi apartamento.
-Claro que no.
Cuando salí para la cafetería, Camila me acorraló de preguntas. Ella también ya había visto los periódicos, y su primera reacción fue contarme, y entre lo que me contaba le relaté lo que me había dicho Catherina. Los gestos que había hecho mientras le contaba eran la viva imagen de lo extraño que era todo. Y lo entendía, esas cosas solo se veían en la televisión. Siquiera mi reality era así de dramático.
Ahora, lo que tenía que hacer, era dejar de pensar en eso, centrarme en las cosas verdaderamente importantes y depositar mi confianza en Nicholas. Él no me fallaría, como yo tampoco lo haría.
[...]
La hora de salida había llegado con una rapidez impresionante. El manto de estrellas a través de la grande ventana de Lite Chat se veía fascinante. Me levanté de la silla y me acerqué a la oficina de Nicholas.
Toqué dos veces.
-Adelante -dijo desde el otro lado.
Acaté y entré con cuidado. Al estar en su oficina me le quedé mirando, se veía genial, concentrado en su computador y los papeles que tenía al lado. Clavó su mirada en mí, sonrió.
-Poppy. -Mi nombre en su boca era exquisito.
Sonreí.
-¿Te piensas ir ya? -le pregunté.
-Hoy saldré tarde, tengo unos asuntos que ordenar -respondió-. Pero si quieres puedes esperarme.
-Oh, no, no. Si estás ocupado no hay problema en que yo me vaya sola.
Nicholas se me quedó mirando, ensimismado.
Se levantó de la silla y, con lentitud, se acercó hasta mí. Ahuecó una mano en mi mejilla y con un dedo me perfiló el pómulo. Mi mano recorrió su cuello con parsimonia, haciendo que se estremeciera bajo mi tacto. Después junto su frente con la mía, haciendo que nuestros alientos chocaran.
-¿Segura que no quieres esperarme? -susurró con los ojos cerrados.
-Estoy un poco cansada. No te preocupes, además, he caminado sola mucho tiempo -sonreí.
-Cualquier cosa me llamas, ¿vale?
Asentí levemente con la cabeza antes de ahuecar mis manos en su rostro y depositar un suave beso en sus labios. Me alejé con una sonrisa y salí de la oficina, sintiendo su profunda mirada en mi espalda. Entré al ascensor, bajé a la primera planta y salí del edificio.
Me arrebuje en el gabán negro cuando el gélido viento de la noche me envolvió. Levanté la mirada al cielo para después emprender la marcha hacia al apartamento. Agradecía haberme mudado, pues el trayecto desde Lite Chat hasta el apartamento era aproximadamente de unos quince minutos.
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Mi jefe y yo
AléatoirePoppy Halper y su odioso jefe, Nicholas Kuesel, no son el prototipo de jefe y secretaria perfectos. Es más, sus diferentes formas de pensar, de socializar, hasta de hablar, se chocan. Ella dice odiarlo y él suele tener constantes jaquecas por ella. ...