/FRAGMENTADOS/
Poppy
Aunque no había querido, había pasado prácticamente toda la noche en vela, esperando el momento en el que Nicholas tocará a mi puerta y me permitiera explicarle todo y, después, acurrucarme en sus brazos. Sin embargo, no fue así. Nicholas nunca tocó, ni siquiera estoy segura de sí llegó a dormir a su apartamento.
Solté un hondo suspiro después de lavarme la cara con agua. Cerré el grifo del lavabo y me miré en el espejo que tenía en frente, un aspecto del carajo era lo que me adornaba. Ojeras, los labios resecos y los ojos inyectados en sangre.
«Vaya vida» exclamé en mi interior.
Había llegado temprano a la oficina, por lo que decidí bajar al baño para retocarme un poco el aspecto, yo, como secretaria, era una de las figuras que tenía que tener un buen aspecto, siguiendo el ejemplo de Nicholas.
Sin esperarlo, dos compañeras que reconocí hacían parte de la planta de diseño. Se acercaron a los lavabos animadas en una charla. Al parecer, no me notaron.
—¿Y cómo te fue anoche? —preguntó una.
—Hubiera deseado que me hubiera ido mejor —respondió la otra después de soltar un suspiro—. Pero, sabes a quién sí le fue de maravilla, al parecer.
—¿A quién? —intrigada.
Fingí que no prestaba atención a su charla que nada tenía que ver conmigo. Volví a abrir el grifo y comencé a lavarme la cara de manera seguida, ellas siguieron en su charla.
—A nuestro jefecito —respondió, animada.
—¡¿Qué?! ¿Y cómo sabes eso? —Cerró el grifo y se acercó hasta su compañera.
—Pues mi hermano trabaja en el ······, y me comentó que lo vio anoche con Catherina Alcott. Según parece, estaban en una cita, y él se mostraba demasiado ensimismado con ella.
Paré en seco, estática. ¿Nicholas había estado anoche con Catherina? Mi corazón comenzó a acelerarse de manera frenética al imaginarlo. ¿Había sido esa la razón por la que se había marchado con tanta rapidez? No, no, no. Debía ser una mentira, un chisme sin confirmar, imaginario.
—¿Estás segura?
—Mi hermano no me mentiría —respondió—. Al parecer ya se le quitó el gusto por su secretaria.
La otra chica se le quedó mirando. Me seguí lavando la cara con rapidez en el momento en el que ellas se retocaron en el espejo, no quería que me vieran.
—¿Entonces los rumores eran ciertos? —quiso saber.
—Sí, muy ciertos. Ya decía yo que Poppy no es que fuera demasiado atractiva.
—A mi parecer ella es linda.
Segundos después salieron del baño en la misma charla.
No podía ser cierto. ¿Y si lo era? ¿Y si Nicholas si había estado en una cita con Catherina? Se suponía que no debía afectarme, no teníamos nada oficial.
«¿A quién quieres engañar?»
Sí, me afectaba, aunque fuera un simple chisme. ¿Fue así cómo se sintió él cuando yo le mentí?
Me erguí después de cerrar el grifo, me sequé la cara con papel y salí del baño sintiendo el pulso al mil. Era muy temprano como para sentirme así.
Llegué hasta mi escritorio y me senté. Ojeé la oficina de Nicholas, pero algo me dijo que aún no llegaba. Decidí centrarme en el trabajo, seguramente no eran ciertos esos rumores y ese hombre había confundido a Nicholas, aunque dudaba que él, imponente y con esa aura que tenía, fuera fácil de confundir.
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Mi jefe y yo
RandomPoppy Halper y su odioso jefe, Nicholas Kuesel, no son el prototipo de jefe y secretaria perfectos. Es más, sus diferentes formas de pensar, de socializar, hasta de hablar, se chocan. Ella dice odiarlo y él suele tener constantes jaquecas por ella. ...