Antepenúltimo capítulo.
/AMOR ANHELADO/
Poppy
—Entonces... ¿qué piensas hacer? —Camila me miró, su mirada rayaba la intrigaba y la preocupación.
La miré desde el marco de la puerta del baño de mi habitación y después volví la mirada hacia la prueba de embarazo que tenía entre las manos. Solté un suspiro, tratando de pensar con claridad, pero no podía. Mi mente estaba ocupada pensando en las consecuencias.
Positivo...
Estaba embarazada y llevaba aproximadamente cuatro semanas de gestación. No voy a negar que saber aquello hizo que sintiera que iba a colapsar, que era demasiado para mí. Entre las emociones que me albergaban se encontraban la ansiedad, el miedo, el pánico y la desesperación.
Toda esa situación se sentía desesperante, no por el bebé, sino por las situaciones en las que me encontraba. Quería llorar, pero me repetía con constancia que debía ser fuerte.
Recordé la pregunta de Camila, que me observaba desde la orilla de mi cama, sentada, esperando mi respuesta.
—No lo sé —respondí.
Y en realidad no sabía qué haría. Mi plan era quedarme en el apartamento de mamá a reflexionar acerca de mi vida y, después, cuando me encontrara con ganas de seguir, con ganas de querer ser la misma Poppy Halper de siempre, permitirme continuar. Sin embargo, esa inesperada noticia lo cambiaba todo.
«Un hijo...» repetí mentalmente, sintiéndome extraña, diferente. «Mi hijo»
—Se lo dirás a Nicholas, ¿verdad? —quiso saber.
Esa era una las situaciones que me tenían ansiosa, y no de buena manera. Tal vez, en otras circunstancias, estaría anhelando que llegara hasta mí, me rodeara con sus brazos y poderle susurrar con alegría que esperaba un hijo suyo. Anhelaba ver su sonrisa, su felicidad, que compartiéramos esa bella noticia. Pero ahora la realidad se encontraba lejos de ese deseo.
—No lo sé, Camila —respondí, tajante—. En este momento no sé qué hacer en realidad.
—Y te comprendo, Poppy, como tú debes comprender que el Nicholas es el papá del bebé que estás esperando —dijo con decisión, observándome.
Y no negaba que Camila tuviera razón, porque mi parte más racional sabía que ella la tenía. El problema era que yo había hecho que nuestras vidas tomaran rumbos diferentes, caminos distintos. Y me odié por ello. Me detesté porque yo sabía que lo amaba con todo lo que era y lo poco que tenía, y aun así no hacía nada.
—¿Crees que no lo sé? —la miré, expectante—. Camila, tengo eso presente, pero dime, ¿cómo esperas que se lo diga? Cómo esperas que me paré frente a su apartamento, toqué a su puerta y le diga: "Hola, Nicholas, estoy esperando un hijo tuyo". —Fingí una sonrisa que indicaba lo poco creíble que podía ser—. No puedo, no me siento con la valentía suficiente como para ello.
Camila no dijo nada, en vez de eso, se paró, se acercó hasta la ventana y soltó un hondo suspiro que indicaba que ella compartía el momento conmigo. Cansada, me senté en la cama. No podía ser tan sinvergüenza.
—¿No crees que estás siendo injusta, Poppy? —inquirió, de repente.
—¿Qué yo estoy siendo injusta? —La miré, incrédula—. Camila, si supieras cómo me siento no dirías tales cosas. ¿Crees que para mí es fácil esto? ¿Crees que para mí fue fácil tener que decirle adiós, tener que verlo llorar por mi culpa?
Camila se giró hacia mí con brusquedad.
—Pero te lo dije, Poppy, te dije que lo podían resolver hablando, y decidiste huir, como siempre —concluyó.
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Mi jefe y yo
NezařaditelnéPoppy Halper y su odioso jefe, Nicholas Kuesel, no son el prototipo de jefe y secretaria perfectos. Es más, sus diferentes formas de pensar, de socializar, hasta de hablar, se chocan. Ella dice odiarlo y él suele tener constantes jaquecas por ella. ...