Cap 59

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EL PISO NUMERO SIETE

El piso en alquiler estaba a un precio muy barato. Me sorprendió. Llevaba buscando piso siete meses.
Estaba desesperada por dejar en el que estaba, que compartía con dos estudiantes más a las que no soportaba. No me dejaban estudiar con sus continúas juergas los siete días de semana.

Pregunté al arrendador, me dijo que era barato porque la gente no pasaba mucho tiempo allí. Decían que estaba encantado.
Como no creía en esas cosas lo alquilé antes de que me lo quitarán.
El piso era estupendo, reformado y luminoso.

El primer día, la vecina de al lado, me avisó que me fuera que ese piso estaba maldito y habían pasado sucesos extraños.
Mi casa ya, estaba situada en el bloque siete, planta siete, puerta siete. Era mi número de la suerte. ¿Que podía pasarme?.
Ignoré a todo el mundo.

La primera noche unos ruidos me despertaron. Alguien o algo pedía ayuda.
Se me aceleró el corazón; no tenía ni fuerza en mis extremidades para encender la luz.
Agudicé los oídos. Ese algo o alguien lloraba, mientras susurraba lo que yo entendía como ayuda.
Como pude encendí la luz. No paró, seguía escuchando los lamentos, parecía voz de mujer o niño, se escuchaba bajito.

Me fui al salón a dormir. Allí reinaba el silencio.
A las siete de la mañana me despertó un gritó. Me incorporé del sofá asustada y descolocada. ¿Era una pesadilla? Estuve pendiente, nada. Ya no pude dormir más.

A la séptima noche, cansada de dormir en el sofá, volví al dormitorio.
Efectivamente, volvieron los reclamos de ayuda y lamentos.
Me acerqué a las paredes con un vaso a ver si escuchaba algo. El la pared donde estaba el armario empotrado se oía más cercano. Entré en él, puse el vaso. ¡Siii, los murmullos provenía de ahí!

Llámenme loca, o temeraria o ilusa... Pero no podía dejarlo así. Esa pared daba a la casa de la vecina solícita y encantadora que me avisó.
Al día siguiente llamé a su casa, me invitó a entrar y a tomar un café.
Pregunté por el aseo y allí que fui.
Me asomé al cuarto que supuestamente daba a mí dormitorio. Pero no existía. El piso también estaba reformado. Entre el salón y el aseo había un gran espacio sin acceso aparentemente.

Después de tomar el café me despedí y me fui .
Compré herramientas para echar abajo la pared. Llamé a Edu, mi mejor amigo para que me ayudara. No me reprochó nada, me conocía perfectamente
Esperamos pacientemente a que la vecina saliera a trabajar.
Edu y yo empezamos a derribar la pared del armario.
Tras un largo esfuerzo y tiempo... conseguimos hacer un agujero lo suficientemente grande para mirar hacia el interior.

Lo que vimos nos dejó sin palabras. Nos miramos entre sorprendidos por el hallazgo, pero satisfechos de corroborar el misterio y confirmarlo.
Una mujer se hallaba dentro, nos miró y gritó que la ayudáramos desesperada con los ojos, y se le escuchaba, aunque mal, la palabra "ayuda", era lo que yo escuchaba por las noches, ya que estaba amordazada. Estaba encadenada a una cama en la pequeña habitación.

Llamamos a la policía.
Tras la investigación, resultó que la mujer encerrada era la dueña legal del piso.
La que se hacía pasar por ella, era la mujer que contrató como asistenta
Llevaba siete años encerrada.

Nadie la echó de menos. Nadie preguntó por ella y porqué había otra persona en el piso.
Ya no es como antes. En la mayoría de los casos cada uno va a lo suyo. Ya no conocemos a nuestros vecinos ni nos interesa la vida de los demás.

Sigo aquí en este piso, ya llevo siete meses. Pero ahora estoy pendiente de quién entra y quién sale...por si acaso.

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