"Sólo somos tu y yo"
Antes de comenzar, disculpen sí no he subido más caps, es qué estaba un poco ocupada, estoy tomando el momento de descanso pará continuar la historia. Ahora sin más qué decir comencémos.
Jennie y Taehyung se levantaron, se bañaron (Por separado obvio) Desayunaron, salieron, tuvieron sus clases respectivas y por fin llegó el receso.
— Jennie es muy pegada a Rosé, esté día la rubia faltó pará descansar y superar lo qué había sucedido, Jennie no es tan sociable con los de su salón, la mayoría tienen sus grupos conformados, no tubo más opción de hablar con el chico nuevo, por ende, la castaña salió con el.
— Estábamos hablando en el salón y ni siquiera pregunte tú nombre, ¿Cómo te llamas? – Preguntó la castaña.
— Me llamó Suga, y por lo qué veo te llamas Jennie, muy lindo nombre – Respondió el chico.
— También tienes un lindo nombre, me caes muy bien Suga, podemos hablar más seguido – Sugerio la castaña.
— La verdad sí. Bueno Jen ya me tengo qué ir, nos vemos en el salón! – El chico alzó su mano pará despedirse.
— Se despidieron y la castaña sintió qué alguien le tocaba su hombro.
— ¿Sí? – Hablo la castaña distraída antes de voltear.
— No sabía qué le hablabas tan amable a los chicos – Contestó la persona de voz ronca.
— La castaña volteó lentamente para percatarse qué era el pelinegro. Su novio.
— ¿Qué pasa Taehyung? Sólo lo estoy conociendo, es nuevo, va a hacer mi compañero con quién hablar mientras Rosé no esté – Respondió la castaña mirando al suelo.
— Jennie, sí no lo sabias; sí me vas a hablar mírame a los ojos, me parece de mala educación, por ende mereces un castigo – Dijo el pelinegro mientras alzaba la cabeza de la castaña.
— La castaña trago saliva y respondió – ¿Y cuál sería el castigo o qué?
— No sólo tienes uno, sino dos, el primero sería no hablarle a ese chico, el otro... – Iba a seguir hasta qué la castaña lo interrumpió.
— Espera... Ya pareces carbonero Taehyung – Hablo la castaña mientras se reía.
— El pelinegro le devolvió la risa y respondió – Solo bromeaba nini, si estoy celoso, pero no te colocaría castigos, ni qué fuera tú papá.
— La castaña siguió riéndose y dijo – Ya vámonos, tengo hambre.
— Yo también tengo hambre, pero no de comer comida – Respondió el pelinegro.
— Sí no es comida... ¿Entonces qué? – Pregunto la castaña.
— Te lo diré después – Respondió el pelinegro mientras se alejaba de la castaña.
— Oyeee, espérame tonto! – La castaña caminó rápido hasta donde estaba el pelinegro y tomó su mano.
— Si me vuelves a dejar así no duermo más contigo – Dijo la castaña.