Capítulo XXXI

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• ~ CAPÍTULO 31 ~ •


Viernes 05, Febrero

Desde que se enteró que Louis tenía el poder de anular el efecto de los supresores en su cuerpo con su simple aroma alto en feromonas (y desde que comenzó a quedarse a dormir en su apartamento), Harry aprendió que tenía que llevar con él una planilla de sus píldoras en su mochila.

Así que, lanzando una a su boca y pasándola con un trago de jugo de manzana, Harry agradeció a Liam por el desayuno que preparó para todos, esta mañana.

Mientras comían, Zayn les hizo saber que Liam y él habían decidido la noche anterior irse de fin de semana. Planeaban ir a acampar, por lo que, terminando el turno de Liam en el pub, cada quien empacaría una ligera mochila y huirían hacia su pequeña escapada romántica.

  ―Así que... tendrán el apartamento para ustedes solos, durante todo el fin de semana ―Zayn guiñó un ojo a Harry, de camino a la tarja para lavar lo que Liam había usado para cocinar.

Sin nada qué comentar a eso, y con mejillas ligeramente sonrojadas, Harry aclaró su garganta, volviendo su mirada a su plato y continuar con su desayuno.

Aunque con una discreta mirada a su lado, notó que Louis apenas y había tocado sus huevos revueltos. En cambio, el chico ojiazul ya iba en su segunda taza de café, mientras sus ojos no dejaban de mandar miradas a la oscura pantalla de su celular sobre la mesa, su pierna izquierda no dejando de rebotar. Harry supo que Louis no había prestado atención a nada de lo que se había dicho durante el desayuno.

La televisión no fue encendida y Louis no puso música en su celular mientras se duchaba, como normalmente hacía. Él apenas y habló durante toda la mañana en realidad.

Habiéndose duchado, pero no teniendo un cambio de ropa disponible, Harry, con tiempo de sobra aún, decidió manejar primero a la fraternidad por ropa limpia antes de ir a la universidad. Aunque, antes de subir a su carro, atrapó el antebrazo de Louis, quien solo le había dado un distraído adiós al salir del edificio.

  ―Hoy y todo el fin de semana, Lou ―le dijo al oído, abrazándolo―, aún queda tiempo.

Exhalando largo y profundo por su nariz, Louis cerró sus ojos y lo abrazó de vuelta, por fin saliendo de su cabeza, aunque fuera solo por ese momento.

Estacionándose en la parte trasera de La Hoja Roja, Liam, con la ayuda del policía que vigilaba alrededor, lograron que Louis entrara a la casa de té sin ser mayormente molestado. Su mejor amigo yéndose inmediatamente para no llegar tarde a la universidad de nuevo, Louis se preparó para comenzar su turno.


Mientras que sus ojos estaban en los clientes satisfechos, a los que les sonreía cuando se acercaban a su caja registradora a pagar, la atención de Louis no se iba de su celular bajo el mostrador. Estaba atento de si la pantalla se encendía y el aparato comenzaba a sonar con la llegada de alguna llamada.

Las nubes a lo alto seguían moviéndose lentamente por el cielo, el sol iluminando más y más el día, y pronto, la mañana llegaba a su final. Y ninguna llamada ocurría aún.

"...tan solo faltan dos lugares por ser dados a conocer, los cuales probablemente anunciarán a los jugadores temprano mañana" se repetía en la cabeza de Louis una y otra vez; cada que su ceño adquiría otra arruga con cada hora que se desvanecía en el reloj, y su celular seguía callado y frío bajo el mostrador.

Tic... tac... tic... tac... tic... tac... y el reloj indicó el medio día con sus ruidosas manecillas y crueles números.

Con un poco más de silencio, y el tragar de saliva de Louis y su temblorosa exhalación nasal, hubieran sido audibles por todo el interior del lugar.

Forever And a DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora