Capítulo XXVII

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• ~ CAPÍTULO 27 ~ •


Domingo 31, Enero

Esas maravillosas curvas eclipsando cualquier otra cosa fuera de su línea de visión. Claro, no es como si Harry quisiera mirar otra cosa teniendo todo eso frente a sus ojos, ¿Quién podría? Sus bonitas, cortas piernas, esos gruesos muslos dirigiendo a esas curvilíneas caderas, dando paso al más exquisito torso. Cintura pequeña, finos hombros, fuertes y estéticos brazos. Su cuello... su cuello. Las encías y dientes de Harry siempre dolían al mirar ese cuello, ansioso de recorrerlo con su lengua, probarlo y saborearlo... Morder, marcar, enlazar ―Louis ―su pecho subió y bajó en necesidad, el aire caliente, casi asfixiante al tenerlo cerca. Perfecto y precioso, sexy y ardiente. Harry lo necesitaba, tanto y ahora, aquí. Su voz, esa aguda y melodiosa voz, soltando esos deliciosos gemidos cada que mordía esa maldita rebanada de pizza. Harry nunca creyó estar celoso de una tonta rebanada de pizza. La forma que sus ojos se cerraban y su garganta vibraba al producir esos sonidos―. Oh, Louis.

  ―H.

Sus manos cosquilleaban en ansiedad. Harry nunca antes había sentido tanta desesperación por tocar, por agarrar, rasguñar, apretar, sentir todo eso bajo las puntas de sus dedos. Sostener su cuerpo contra el suyo, hundir su nariz en esa piel besada por el sol; sentir contra sí el calor emanando por sus humeantes poros y el vibrar de su candente sangre fluir por sus venas ―Louis. Te necesito ―su lengua inquieta, deseando salir para recorrer esos delgados labios carmín con la húmeda punta, hasta separarlos y poder entrar para refugiarse dentro de su maravillosa boca. Esos besos que le había dado, atormentándolo y volviéndolo lentamente adicto, ahora ansiando cada hora, minuto, segundo el poder vivir en su apasionante beso―. Te amo.

  ―H.

Las flores, el dulce, el lujo, tan solo recuerdos del más sabroso aroma que la vida le permitió saborear. Cada momento de su vida, Harry teniéndose que reprimir de presionarlo contra la pared y restregarse contra él; hasta lograr hacerlo liberar tan fantástico buqué de su perfecto cuerpo, para retorcerse en él, embriagarse de él ―Te deseo ―memorias borrosas de una noche donde su candente cuerpo perdió el control, aclamando lo que todo su Alfa en necesidad le rogó tomar―. Louis, por favor.

  ―H.

Una desesperación interna que Harry aplacaba solo por los años de practicado auto control y moderación, que antes era a causa de la carencia, por la auto compasión e irremediable tristeza. ¿Ahora? Total y completa auto moderación obligatoria, o Harry terminaría rasgándole la ropa en donde fuera que se encontraran ―Lou ―y besar cada centímetro de piel disponible, para marcar con la quemante presión de sus manos contra él. Poseyéndolo completamente hasta que no hubiera diferencia entre uno y otro, cuerpos sudando en éxtasis bajo las voces anhelantes en hambre por...

  ―¡Harry!

Sus ojos abriéndose de golpe, corazón palpitando a mil por hora dentro de su pecho resonante, Harry parpadeó para aclarar su visión, confundido y mareado entre el sueño y la realidad.

  ―¿Qué pasa? ―preguntó, con su ronca, recién amanecida voz. Escuchando una risa cómplice llegar a sus oídos, Harry miró a su derecha.

Sentado en el piso, junto a él, brazos cruzados sobre el colchón de Harry, Zayn lo miraba, con una malvada ceja elevada.

  ―Buenos días, dormilón ―le dijo con cierto tono, una sonrisa creciendo en sus despreocupados labios.

  ―¿Qué hora es? ―Harry preguntó, el ceño fruncido, frotando sus sensibles ojos a la luz de la mañana.

Forever And a DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora