Capitulo VIII

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• ~ CAPÍTULO 8 ~ •

Eran casi las dos de la madrugada, todo estaba sumergido en un profundo silencio, fuera del repentino crujir de algún piso o las ramas de los árboles arañando las ventanas por el viento de la noche. Así que, Zayn creyó que no tendría que lidiar con explicaciones, por lo menos no hasta el amanecer.

Ya que no tenía clase a primera hora del día, quizá podría hacer algo de tarea ahora y despertarse más tarde en algunas horas. Si tan solo el nuevo latir de su corazón alocado dentro de su pecho le permitiera dejar de sonreír.

Liam acababa de irse, portando la más grande y brillante sonrisa en su rostro, y Zayn subía por las escaleras al segundo piso, con sus labios ardiéndole por los alargados minutos que él y el Alfa estuvieron en el pórtico intercambiando promesas boca a boca. Zayn estaba seguro que tenía los labios hinchados e imposiblemente rojos.

Flotó entre un encantamiento de nubes por todo el corredor hasta detenerse a la puerta de su habitación.

Claro que la magia pronto llegó a su final y los aleteos dentro de su estómago se volvieron escalofríos, cuando voces desde dentro llegaron a sus oídos. Voces que se callaron pronto en cuanto giró la perilla y abrió la puerta.

Dos grandes y cómplices sonrisas lo recibieron desde la cama opuesta a la suya.

Una de las cuales era amplia y soleada, perteneciente al chico rubio que, cuando vio a su mejor amigo, no se inmutó de decir: ―Bienvenido de vuelta, Romeo.

Zayn quiso lucir despreocupado y misterioso... Por supuesto, sus intentos fueron completamente fallidos. El peluche de Duende Verde abrazado contra su pecho, el tulipán morado en su mano, y la instantánea sonrisa que no se quiso quedar oculta lo delataron.

Harry metió sus libros necesarios en su mochila y la colgó a su hombro. Se despidió con una sonrisa de sus amigos y salió de la universidad. Cinco calles después, se estacionó frente a La Hoja Roja.

  ―Buenos días, Harry ―Annie lo saludó alegremente cuando lo vio entrar, y continuó atendiendo al par de Betas sentados en la mesa junto a la puerta.

Harry la saludó de vuelta, saludando también a Bonnie de camino a la caja registradora. Una vez ahí, se detuvo y sonrió.

Louis se elevó a las puntas de sus pies y le devolvió la sonrisa, que parecía provenir desde su corazón. El chico ojiazul personalmente le preparó su ahora acostumbrado té Yorkshire.

Sentándose en la mesa disponible más cercana al mostrador, Harry sacó sus libros de su mochila, con una hora extra por la clase libre que tuvo hoy. Se acomodó en su lugar y comenzó a estudiar para su próximo examen... Mandando miradas de vez en cuando hacia el Omega recibiendo el dinero de las personas que se detenían frente a él para pagar sus bebidas y variadas reposterías.

Harry desviaba su mirada, siempre con labios curvados, cada que era descubierto.

Y lo mismo ocurría con Louis. Miraba a Harry escribir y leer, y cuando el Alfa elevaba su mirada a él al sentir sus ojos encima, Louis volvía su atención a su máquina, siempre con una ligera risita.

No era coqueteo. Los dos sabían que no era coqueteo. No tenían la más mínima idea de lo que era, sin embargo, pero no podían dejar de hacerlo.

El tiempo se iba injustamente rápido, y Harry se estaba yendo otra vez. Y horas más tarde, Luke llegaba.

El Alfa platicaba todo su día escolar a Louis, y él escuchaba porque disfrutaba prestar atención a sus amigos... hasta que recordaba que Luke no es solo su amigo. Culpabilidad siempre lo bañaba. El muchacho era lindo y atento con él, y Louis no ofrecía nada romántico de vuelta.

Forever And a DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora