Capítulo XXIII

96 12 0
                                    

• ~ CAPÍTULO 23 ~ •


Louis bajó su mirada al escuchar las campanas en el adorno sobre la puerta sonar. Comenzó a contar las monedas en su mano. Una vez todo estuvo en orden, acomodó el dinero dentro de su caja registradora y sonrió a la mujer frente a él.

  ―Que tenga un muy buen día ―le dijo.

  ―Tú también, lindo ―la mujer le respondió con una sonrisa, y giró, tomando la mano de su pequeña hija; quien agitó tiernamente su otra mano hacia el Omega tras el mostrador. Louis sonrió cálidamente a la pequeña, devolviendo el gesto de despedida.

Una vez desocupado, se inclinó y apoyó sus antebrazos cruzados sobre su caja registradora y respiró profundamente, percibiendo la calma dentro de La Hoja Roja.

Rascó su cuello y exhaló lentamente, sintiendo un cosquilleo dentro de su pecho, por lo que sus labios se fruncieron en una sonrisa.

Miró discretamente hacia su izquierda, escaneando, hasta que sus brillantes ojos azules aterrizaron en la mesa al fondo del lugar, encontrándose con la pasta de un libro siendo sostenido alto por un par de manos adornadas en anillos.

Louis desvió la mirada hacia el otro lado, fingiendo despreocupación. Y sintió ojos sobre él.

Frunciendo sus curvados labios, miró hacia el mismo lugar de nuevo. El libro subió rápidamente, cubriendo el rostro del individuo en dicha mesa. Louis desvió nuevamente la mirada hacia los ventanales; mojó sus labios y, mirando rápidamente hacia la mesa una vez más, encontró el libro sobre la superficie, su dueño desviando la mirada hacia el techo, fingiendo silbar. Soltando una risita, Louis miró hacia las repisas en una de las paredes, y miró rápidamente hacia la mesa otra vez; encontrándose con hermosos ojos verdes sobre él, y ambos rieron con todo el corazón.

Levantándose de su silla, Harry caminó hacia la máquina registradora, deteniéndose de frente a Louis.

  ―¿Té Yorkshire? ―el chico ojiazul preguntó, mirándolo coquetamente entre sus largas y oscuras pestañas.

  ―Por favor ―el chico ojiverde respondió, un suave rubor rozado en sus mejillas, mirándolo con seductores ojos.

Girando sobre sus talones, Louis caminó hacia las máquinas, quizá balanceando sus caderas más de lo necesario con cada paso, preparando él mismo el té. Una vez listo, volvió tras la máquina y sonrió con labios cerrados, ofreciendo la taza al muchacho que esperó pacientemente.

  ―Aquí tienes ―le dijo, con una sonrisita ladina.

  ―Muchas gracias ―Harry agarró la taza, rozando sus dedos con los del chico en el proceso. Llevó el té hacia sus labios, dándole un pequeño sorbo. Tragó y exhaló con gusto―. Es perfecto ―pronunció, y se inclinó hacia delante.

  ―Gracias ―Louis se elevó a las puntas de sus pies, frunciendo sus labios hacia afuera.

Bajando la taza sobre el mostrador, Harry elevó su cálida mano, acunándole el rostro, besando sus labios ―Te amo, Lou ―susurró al separarse.

  ―Te amo, Haz ―Louis susurró de vuelta, sonriendo.

Y se besaron de nuevo... hasta escuchar un aclarado de garganta.

Ambos rieron sobre los labios del otro, separándose para encontrar a una Bonnie girando sus ojos, sacudiendo su cabeza, pasando tras el mostrador para preparar las tazas de té de los nuevos clientes en las mesas.

El día anterior fue como un sueño hecho realidad...

Harry se atrevió a ir por lo que quería, se movió con esperanza en su corazón, listo para recuperarlo o perderlo. Y afortunadamente, todo funcionó.

Forever And a DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora